La ruta de
ayer era una de esas que había realizado en coche cientos de veces y siempre me
preguntaba si algún día sería capaz de realizarla en bici, emulando a los
grandes ciclistas que tantas y tantas veces he visto por la tele. Con las ganas
de ver cumplido ese deseo y tras celebrar mi 40 cumpleaños que mejor manera de
celebrarlo que hacer la ruta que tanto deseaba, y que no pude hacer con el
resto de la grupeta cuando subimos el Alto del León y se regresaba por La
Granja, por problemas de tiempo ese día no lo pude cumplir así que ayer era el
día y así lo hice.
Con muchas
ganas, subí en coche hasta el aparcamiento del Puerto de Navacerrada, a medida
que me acercaba el cielo y el tiempo de iban poniendo cada vez más complicados,
pero eso no me quitaba ni un ápice de ganas de superar mi nuevo reto CIMA. Tras
vestirme apropiadamente contra el frío, ayer con la indumentaria ¨fugitive¨, me
dispuse a afrontar el descenso hacia La Granja.
Foto: con la indumentaria "fugitive" |
Mucho frío
al comienzo unos 12 grados, lo que hacía que mis manos no pudieran frenar con
potencia y seguridad, a eso le sumamos que el viento se metió desde primera
hora, la sensación térmica a las 9.30 de la mañana era de bastante frío bajando
a unos 45-50 km/h. Algún susto me llevé en alguna curva al encontrarme con el
aire entrando de costado y bastante fuerte, por lo que decidí tomar como
referencia los árboles antes de abordar cada giro.
Poco a poco
a medida que iba descendiendo la sensación térmica fue mejorando, sobre todo
cuando salía de las zonas de sombra y comenzaba a entrar el sol matinal en este
lado del valle. Tráfico casi inexistente, mucho silencio, únicamente el sonido
de mi cadena me acompañaba en la bajada junto al aroma a frescor, a pino y a
naturaleza, qué deleite para los sentidos poder evadirte por un tiempo y
disfrutar de tu deporte favorito. Casi sin darme cuenta llegué hasta La Granja
donde di media vuelta en la rotonda de entrada al palacio para afrontar el
camino de vuelta y la subida a Navacerrada por las míticas 7 revueltas.
Foto: cortesía www.altimetrias.com |
La subida
propiamente dicha se podría marcar de inicio justo pasado el puente del río Eresma,
pero hasta ese punto es un falso llano en constante ascensión que te puede
sacar de punto para afrontar la subida si no mides mucho tus fuerzas. La
altimetría nos dice que es un puerto tendido pero ya pude comprobar en la
bajada que en esas zonas los porcentajes eran considerables y que se podía
pagar un exceso de confianza. Con esa idea traté de no abusar del plato grande
en exceso y fui devorando kilómetros a ritmo suave, lo bueno de ir solo es que
no te cebas demasiado, lo malo es que todo el trabajo te lo comes tu solo y has
de ser muy fuerte de cabeza, sobre todo en los tramos duros y difíciles. Con esa
idea fui pasando por Valsaín y sus constantes repechos del 4-5%, por Los
Asientos, y por la Boca del Asno hasta llegar al puente del río Eresma donde ya
puse todos mis sentidos en alerta ante el comienzo de lo duro de la subida.
Foto: comienzo de la subida |
Tremendo el
cambio de desnivel nada más afrontar la primera rampa. Un desnivel constante
del 8% durante un kilómetro entero que te va llevando poco a poco hacia el inicio
de las curvas de herradura, las 7 revueltas. La primera no es una gran curva de
herradura propiamente dicha, son las intermedias las que te hacen sentir como
un ciclista profesional y emular a tus ídolos. Aun así lo que más te importa en
ese momento es afrontar con garantías el resto de la subida que se va haciendo
más dura por momentos ya que el porcentaje no abandonará el 7-8% hasta el final
de la ascensión.
Foto: una de las famosas revueltas |
Qué
maravilla de subida, apenas sin tráfico que molestara, el frío de la mañana ya
se había ido hacía tiempo y el cortaviento y los manguitos empezaban a sobrar,
pero mejor no malgastar fuerzas y concentrase en la ascensión a la que poco a
poco le iba ganado metros, empleando cadencia y jugando con el cambio para ir
regulando las fuerzas y controlando el pulso.
A media que
me iba acercando a la cumbre, el viento volvió hacer acto de presencia. Se
metió de lado como en la bajada, traté de no venirme abajo ante el nuevo
imprevisto, de fuerzas estaba bastante entero, por lo que me mentalicé que ya
estaba muy cerca el final y continué con mi ritmo. Última curva a izquierdas y
ya se avista el final, es una recta de unos 400 metros en los que se aprecia
bastante el porcentaje, lo mejor no mirar el final y continuar el ritmo para no
desfallecer en el último momento. Trato de mirar hacia La Bola y sus pistas de
ski que tantas y tantas veces he bajado cuando era profesor del otro de mis
deportes favoritos. Me acuerdo de cuando niño aprendí a esquiar por estas laderas,
en los días de frío y nieve en estas cumbres y casi sin darme cuenta veo que estoy
a menos de 20 metros del cartel del puerto, sin casi tiempo de sacar la cámara
para inmortalizar el momento.
Foto: final de la ascensión |
Foto: coronando Navacerrada |
Foto: cartel del puerto |
Continúo
dando pedales un rato para habituar al corazón y a los músculos a que
encuentren un ritmo más pausado y aprovecho para abrigarme de nuevo ya que se
nota el cambio de temperatura a 1.870 metros de altitud, saco un par de fotos
para el recuerdo, para inmortalizar mi nuevo reto CIMA conseguido y uno de mis sueños
desde niño.
Foto: un "fugitive" en Navacerrada |
Sensaciones
increíbles, cuando consigues un reto del que hace un año ni siquiera me
planteaba, pero es que este año y gracias a mis compañeros de club, he conseguido
unos cuantos, a todos mis compañeros quisiera desde aquí darles las gracias por
animarme cada semana y por acompañarme en mis logros, gracias amigos por estar
ahí en cada pedalada por la sierra norte.
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