martes, 1 de octubre de 2013

La Clásica y el Cerro (29/9/13)

Un domingo más nos dimos cita los componentes y amigos del Club Arnelas. La gran sorpresa fue encontrarnos de nuevo con un viejo amigo que parece ver la luz al final el túnel y que tanto ha sufrido para volver a ser el de antes, me refiero al maestro, amigo y compañero Juanma. Nos dio una gran ilusión volver a verle subido encima de una bici y aunque le costó un poco, como él mismo dice, desde este momento todo lo que haga es en beneficio, por lo que bienvenido nuevamente al grupo y comienza tu particular preparación.

Foto: día fresquito ayer.
Tras los saludos de rigor, optamos por ir todos juntos y hacer lo clásico para estar fechas y es que el tiempo tampoco acompañaba mucho. Hacía tiempo que no compartimos ruta con antiguos compañeros por lo que en esta ocasión coincidimos con Pepe de la Vara, Waka, ambos Josés, Chaparro y algún otro que seguro me dejo por ahí. Como la mañana era fresquita, comenzamos a soltar piernas por el carril bici dirección Soto como siempre, donde Faustino nos esperaba en el cruce dirección Cerceda.

Foto: la vuelta de Juanma con un escudero de lujo, Paco.

Con los asiduos en cabeza y tirando del grupo fuimos paulatinamente cogiendo ritmo. Por mi parte iba comentando con Juan las delicias de mi nueva montura, una flamante Canyon con cambio Di2 que me ha hecho olvidar en una salida las bondades de mi querida Pinarello, pero ya se sabe a rey muerto, rey puesto y si todas las salidas son como la de ayer, las sensaciones son más que alucinantes.

A mitad de camino entre Soto y Manzanares, nos pasó una grupeta de Colmenar, lo que encendió la mecha para que el ritmo se incrementara considerablemente. Con Luis y Jesús en cabeza y los demás achuchando bastante, las pulsaciones empezaron a subir considerablemente en particular las de Juanma que no está habituado a rodar tan fuerte, por lo que decidimos quedarnos un grupito con él a un ritmo más suave para que su rodar fuera más compensado y tranquilo. Llegamos a Manzanares, afrontamos con suavidad el repecho de los montañeros y en la bajada ya enlazamos con el resto para recorrer juntos el trecho hasta el desvío de El Boalo.

Foto: Juan, -hhmmm, ataco no ataco, subo a plato...?-

Empezaron a sonar hierros nada más girar a la derecha y rápidamente se empezaron a coger posiciones para la subida. Pasamos la localidad de El Boalo todos juntos, pero nada más afrontar la recta hacia Mataelpino, ya se hizo la criba, y eso que hicimos una subida muy, muy tranquila. Entre bromas, Carlos, Kiki, Juan, Rubén y yo fuimos devorando kilómetros. Esta vez Paco se quedó con Juanma para ayudarle en su primera subida de la temporada.



Fotos: la grupeta camino de Las Cabras.

Mucha juerga llevábamos encima y es que Kiki para eso es único. Entre risas bromas ataques a unos y a otros, apretamos un poquito al final para que Rubén nos lanzara un par de improperios y se acordara de todos nuestros familiares justo cuando llegábamos al cruce de la carretera.


Fotos: los escapados del día.

Foto: Kiki, batallador y juerguista como siempre.

Paramos un momento a esperar al resto y Juan y yo nos bajamos para ayudar al resto en la subida.

Con todos ya en grupo nuevamente, proseguimos con la subida y giramos a la derecha para afrontar el tramo final de subida a Las Cabras. Me puse en cabeza más por quitarme de en medio más que por otra cosa, momento en el que por el rabillo del ojo izquierdo vi como Rubén lanzaba un ataque y se marchaba en solitario, no me lo pensé dos veces y decidí probar mi fröilan, me fui a por él no sólo por probar la bici sino por probar también mi estado de forma. Le cogí rápidamente la rueda y tras unos metros detrás, me jugué el todo por el todo y lancé un ataque al estilo Purito. No sé las pulsaciones que llevaba ya que no tengo ciclo computador por ahora, pero lo sé perfectamente, iba a 190, a tope. Me ardían las piernas y no me entraba más oxígeno en los pulmones, pero decidí aguantar y seguir dando pedales. Por detrás oía a Rubén, pero no quería mirar. Sabía que venía justo ya que en la subida a Mataelpino se había desgastado, pero yo no iba mucho mejor, aun así me puse de meta la cima y no cejé en mi empeño. Al rato le oí que aflojaba y se fue quedando poco a poco, casi al final Carlos llegó a mi altura y coronamos juntos. Esta vez Kiki se perdió la batalla, con lo que le gustan…

Que buenas sensaciones me trasmitió la bici. Es muy fácil dar pedales, invita a seguir empujando, pero con todo eso, fui cogiendo aire poco a poco para tratar de ir bajando las pulsaciones a ritmos normales. Un breve alto para que fueran llegando los demás y sin solución de continuidad, proseguimos camino hacia Becerril.

El grupo se fue disgregando según se acercaba al pueblo y tras cruzar las calles y enfilar la subida a la presa, se habían formado 3 grupos, uno por delante a unos 100 metros, otro en el que íbamos Juan, Rubén, Carlos, Kiki y yo y el tercero con el resto de compañeros. No fuimos muy fuertes, pero a medida que nos acercábamos a la curva donde el porcentaje es mayor, fuimos paulatinamente subiendo el ritmo. Es algo sintomático, parece que cuanto más duro es el terreno más rápido nos gusta ir, por lo que tras salir de la curva a izquierdas y aún recibiendo el aire de cara, se empezaron a oír cómo los piñones bajaban de dos en dos hasta llegar casi esprintando a la entrada de la presa.



Fotos: en la presa de Navacerrada.

El cuarteto se dirigió hacia la salida de la presa donde ya esperaban los del grupo cabecero mientras que yo aprovechaba el momento para hacer unas fotos según iba llegando el resto.


Fotos: parte el grupo llegando a la presa.

Reunido nuevamente el grupo, tomamos a la izquierda para bajar hacia Moralzarzal como siempre hacemos. A la altura de la curva en el desvío hacia Becerril, Luis nos hizo una perfecta demostración de cómo tumbar hasta el extremo para tomar una curva. Ni Lorenzo es capaz de tumbar de esa manera y con ruedas tan finas, qué control de la bici y lo que es más importante, qué huevos. Está claro que donde unos vemos una hostia segura, otros aplican sus conocimientos de tantos años sobre la bici.

Pasamos Becerril, aprovechando el desnivel favorable de la carretera y como ayer era cuestión de probar las novedades del juguete, metí el 11 (nunca antes he llevado un cassette así) y me lancé a todo lo que me daban las piernas. Fui pasando compañeros como quien va sobre un serie 6 M, y lo que era más importante sin apenas esfuerzos. Encontré dos buenos aliados Kiki y Carlos. Nos pusimos a rueda y no tardó en pasar mucho tiempo cuando apareció Rubén que nos entró rápidamente a la guerra. Un suspiro tardamos en llegar a la rotonda desde el ultimo badén y es que según Rubén (ya he dicho que no llevaba ordenar alguno), llegamos a coger velocidades de 76 km/h, que podían haber sido más si hubiésemos hecho los relevos correctamente. Esto lo tenemos que entrenar este año.

Nos desviamos a la derecha y aflojamos el ritmo para que pudieran entrar los que venían por detrás a ritmo más tranquilo. En este recorrido nos encontramos con Julián (ayer era día de reencuentros) que nos dio algo sobre la rotonda pero que no llegamos a entender. Llegados al pueblo, nos dimos cuenta de lo que nos avisaba Julián, había encierros y las calles estaban cortadas al tráfico por lo que tuvimos que callejear bastante para poder salir a la carretera de Alpedrete, dar la vuelta en la rotonda y subir por el repecho del Cenador de Salvador, dirección Cerceda. Con Luis y Jesús en cabeza, como casi siempre, el ritmo iba en aumento. Pronto pidieron un relevo ya que el aire de cara empezaba a ser intenso. Juan y Kiki entraron rápidamente lo que hizo que el ritmo volviera a subir. No se dieron cuenta que venía Juanma y que el ritmo le era muy desfavorable, pero como gran campeón que es aguantó ayudado en gran parte por Paco en entrar al resguardo del grupo y llegar sin problemas y sin gastar mucho a Cerceda.

Parada en la fuente como siempre para repostar y comer algo, y con menos tiempo de descanso de lo habitual, nos pusimos en marcha, creo que había ganas de llegar a casa y evitar las nubes negras que empezaban a llegar por la sierra.

Ritmo alegre pero sin llegar a ser asfixiante. Les advertí a Kiki y Juan que se acordaran de Juanma, no era cuestión de ir a muerte, mejor aumentar poco a poco, algo que creo le vino muy bien a nuestro compi ya que casi ni se enteró. Yo por mi pate iba muy, muy cómodo y eso que no me gusta rodar, pero es que esta bici te invita a llevar piñones bajos. La cadena desliza sola por los mismos y jugar con el cambio electrónico es una gozada. Sin casi darnos cuenta ya estábamos en Soto y surgió la duda de qué hacer. La gran mayoría optó por volverse a casa y un quinteto de chalados e insaciables nos dirigimos hacia el Cerro, por lo que Carlos, Juan, Paco, Kiki y yo enfilamos hacia la subida a Los Pinarejos.


Foto: corre Kiki que vienen nubes negras...

Subida muy rápida y es que con el nuevo asfalto es una gozada. Pasamos a un par de ciclistas que merodeaban por ese mismo camino, paramos un instante antes de la rotonda de Los Pinarejos para soltar lastre, y aprovechando la nueva carretera nos lanzamos tranquilamente hacia Guadalix. Carlos y Paco se adelantaron unos metros y los demás fuimos bajando más tranquilos.

Me pasé el desvío por ir pensando en otras cosas, tuvimos que dar la vuelta en la rotonda y esta vez sí entrar en las calles de Guadalix, cruzar el pueblo y llegar hasta la fuente donde nos estaban esperando.

No llegamos a parar ya que todos llevábamos agua, así que nos encaminamos hacia la última subida del día. A ritmo suave fuimos haciendo los primeros kilómetros ya que desde el comienzo nos dimos cuenta que el aire iba a soplar de cara (como casi siempre). Llegamos todos juntos hasta el inicio de las curvas donde la pendiente se empieza a complicar. Rápidamente Kiki y Carlos nos cogieron unos metros, yo por mi parte al igual que Paco nos quedamos con Juan. Le avisé que me quedaba yo con él y que se fuera en búsqueda de los de cabeza, pero prefirió quedarse con nosotros.


Fotos: comienza el Cerro.

Al poco vimos como Kiki empezaba a dar síntomas de cansancio y perdía contacto con respecto a Carlos. Qué diferencia de subida en comparación con la de la semana pasada donde venía totalmente fundido y que gracias a Juan pude salvar dignamente, en esta ocasión me tocaba devolverle el favor a mi buen amigo, así que pusimos un ritmo más tranquilo y pudimos completar una subida que se hacía durilla por el constante aire de cara que nos entraba.


Foto: corre, corre que se me moja la fröilan y es nueva.

Solventada la subida, nos dejamos caer para recuperar piernas y afrontar el Cerrillo que en días como hoy se hace molesto y pestoso hasta más no poder. Lo pasamos igualmente y terminamos la ascensión llegando hasta el stop de Los Rancajales donde nos estaban esperando el resto.

Seguimos descenso hacia Colmenar y metros antes de llegar al repecho de Remedios, un nueva sorpresa, nos encontramos a Salva que había salido con su hija para dar una vuelta e ir cogiendo su punto, les saludamos, les dejamos a su ritmo y continuamos con la bajada hacia Colmenar a relevos entre los dos ya que por delante se nos habían escapado el terceto de cabeza.

Foto: ya es hora de salir en primer plano, no?

Tras la ruta nos dirigimos al Charly para disfrutar de una merecida cervecita, donde ya se iban los que habían obviado la subida al Cerro.

Al final unos 90 kilómetros de ruta en muy buena compañía.

La semana que viene intentaré convencerles de subir a Canencia para despedirnos de los puertos y rodar por la nueva carretera de Miraflores que ya tenemos ganas de disfrutarla. Sea lo que sea, aquí lo contaremos.


Gracias a todos.

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