miércoles, 16 de octubre de 2013

Patones y el Cerro (13/10/13)

Nueva salida con la grupeta. Esta vez el día apareció amenazador y el frio hizo sacar a relucir los guantes, manguitos y perneras. Algún valiente como Juan aún se atrevió a salir de corto, de solo verle me entraban escalofríos…

Saludos a los compañeros como siempre y tras una última llamada al maestro, tras confirmar que no se apuntaba a disfrutar el paseo, nos pusimos en marcha 4 mosqueteros, Juan, Kiki, José hijo, y servidor. El resto había salido con pies en polvorosa por lo que nos quedamos solos y decidimos tomárnoslo con tranquilidad, nuestra idea era ir hasta Patones siguiendo el plan establecido.

Foto: único rayo de sol del día.
Enfilamos hacia el carril bici a ritmo muy tranquilos, pero casi saliendo del pueblo, se nos acabó la tregua, nos pasaron los Bicio y decidimos pegarnos a ellos. Menudo comienzo, así para empezar ya íbamos a plato. Nos vino bien ya que el día era bastante frio y gris, por lo que enseguida entramos en calor. Casi llegando a la BP, dimos alcance a los que habían salido con casi 5 minutos de adelanto y es que como decía Kiki éramos los sioux del Arnelas. Para evitar tumultos mayores, dejamos ir a los Bicio y  nos quedamos a cola del pelotón hasta que llegados a Soto giraron a la izquierda hacia Cerceda y nosotros cuatro continuamos hacia Guadalix.

No las tenía consigo el presi. Que si éramos una mala compañía, que si le íbamos a reventar, que si no estaba para esa distancia, que si no estaba en forma, que por qué lloran los niños, que la tierra es redonda… en fin, que pese a que la subida de Los Pinarejos la hicimos bien, en la bajada hacia Guadalix y ante lo oscuro que se veía en la lontananza, llegados a la segunda rotonda, José decide quedarse por allí, ver el duatlón y volverse pronto a casa. Pese que le dijimos de no forzar durante la ruta para que se sintiera cómodo, prefirió ser conservador y seguir con su particular puesta a punto.

Foto: venga Presi, que vamos despacito, no te asustes...


Convertidos en un terceto decidimos seguir con el plan y pese a las nubes negras que se veían, enfilamos hacia Torrelaguna. Buen ritmo, tranquilos, sin forzar, a relevos entre los tres. De risas y cachondeo como viene siendo habitual con Kiki. Lo que no se le ocurría a uno, era al otro y así, sin darnos cuenta nos encontramos bajado a toda velocidad hacia el repecho de Redueña. Es la diferencia de ir tan pocos. El rodar se hace más sencillo, cuesta un poco más, pero se avanza más rápido al ir controlados.

Foto: camino de Torrelaguna.
El repecho lo hicimos los tres a bloque y nos volvimos a dejar caer en esta ocasión hacia el desvío de Torrelaguna. Cruzamos el pueblo y enfilamos hacia la carretera de Patones. Mucha moto el domingo, nos pasaron unas cuantas y Kiki nos iba poniendo al día del motor, cilindrada y peso de cada una que conocía… no calla ni debajo del agua, y como dice Juan, cuando va callado es que va tramando algo…

Foto: Hhmm, cómo la puedo liar....???

Muy tranquilos nos tomamos ese tramo y es que entre risas, fotos, chistes, algún capullo que pasó rozándonos, tiramos la media al garete en esos 6 kms entre Torrelaguna y Patones. Llegados a nuestro destino, y tras una confusión por mi parte en el desvío, giramos a la izquierda para emprender los 2,5 kms que nos separaban de Patones de Arriba.

Foto: exprimiendo la Canyon para entrar en calor.

Como decía Juan, si me lo dicen la primera vez que subí por aquí no me lo creo. Era consciente que con mi 11-23, pese a ser una subida corta y no muy dura, llegaría un momento que me costaría un poquito. Nada más lejos de la realidad, no pase del 21. Incluso Juan en solidaridad conmigo la hizo con el 23 y Kiki con el 24. La pena es que había más tráfico de lo habitual, lo que hizo que no nos exprimiésemos a tope. La subida una gozada. Como empuja la Templaria, te invita a ponerte de pie y dar más y más. Es muy ligera, sale rápido, trasmite toda la energía a los pedales y parece que vas flotando. Tras 2 curvas de herradura, divisamos la última curva a la izquierda y el posterior descenso hacia Patones de Arriba donde se termina la carretera. Pequeño descanso para comer un poco y nos pusimos nuevamente en marcha.

El descenso nos dejó helados. Pese a haber una diferencia considerable de temperatura en esa zona, más cálida en comparación con el relente que genera en pantano en Guadalix, creo que nos quedamos fríos. Yo por mi parte hasta volver nuevamente a Torrelaguna no entré en calor, y para cuando tenía el cuerpo templado, un nuevo descenso me volvió a meter el frio en el cuerpo. Menos mal que la subida hasta Redueña pusimos un buen ritmo, Kiki me dijo que íbamos a unos 27km/h, que hizo que volviese a entrar rápidamente en calor otra vez.

Desde ahí hasta Guadalix al igual que a la ida, nos fuimos dando relevos hasta que llegamos a la fuente antes de afrontar la subida al Cerro. Soltamos lastre, rellenamos los bidones sólo lo necesario y emprendimos la ascensión.

Foto: cuidado Juan!! Qué buscas? Agarra bien el volante que te vas a caer... digo el manillar...!!!

Empezó el viento a joder como  siempre más o menos cuando empiezan las curvas entrando de babor. No teníamos refugio por lo que no nos quedaba más remedio que aplicar fuerza a los pedales. Era una buena oportunidad de probar fuerza y exprimir el 21-23. Se hace duro. Hasta la entrada de servicios del AVE aguanté con el 21, pude recuperar un poco en el falso llano, pero antes de la curva dura, tuve que meter el 23, lo mejor, la gozada del cambio di2. Un ligero toque y ni te enteras. Sabes que has cambiado porque tus piernas sienten algo de alivio, pero la realidad es que ni oyes nada ni notas nada, suave como un guante.

Foto: Kiki a lo suyo, preparando la estrategia para el Cerro.

Me fijé que Kiki con su 28 llevaba mucha más cadencia, lo que hizo que en esos metros hasta la curva antes de coronar recuperase mucho mejor, yo no tenía ese margen y no quería quitar el plato por lo que al final me saco unos 5 metros de distancia. Nos dejamos ir en la bajada hasta que Juan llegó a nuestra altura y tras el giro a derechas nos enfrentamos al Cerrillo, mientras pasábamos a un numeroso grupo del Club Chamartín.

Terminamos con nuestra ascensión y en el stop de Los Rancajales, Juan nos dice que ha superado su mejor tiempo de subida al Cerro, bravo por los sioux del Arnelas como dice Kiki, superando nuestros límites, así se hace.

Juan emocionado por su hazaña, se puso a tirar en el descenso hacia Remedios como un poseso preparándonos el sprint. Justo cuando llegábamos a la zona de recreo vimos a otra grupeta del Chamartín a mitad del repecho. No les dimos tregua, se apartó Juan como buen gregario que es, saltó primero Kiki que me llevó a su rueda y a mitad de repecho, me abrí y eché el resto. Me vuelvo a repetir, pero como empuja la Canyon. No sé qué piñón llevaba, lo cierto es que el grupo se quedó clavado ante la pasada que le pegamos y es que se gana velocidad muy fácilmente, puro empuje. Dice Kiki que no es la bici, que es el motor que la impulsa, hombre yo creo que la bici también hace lo suyo…

Nos dejamos llevar hasta que entrara nuevamente Juan y ya los tres llegamos a Colmenar muy juntitos y directos al Charly para degustar un caldito calentito. No hubo suerte, nos conformamos con la cervecita de rigor.

Al final 85 kms y unas sensaciones espectaculares.

La semana que viene la marcha del club, supongo que algo clásico, lo que sea aquí lo contaremos.


Gracias a todos.

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