viernes, 20 de septiembre de 2013

La Clásica y Arcipreste (15/9/13)

Nueva salida con los compañeros del Club Arnelas y un numeroso grupo que se acopló a nuestra salida. Seguimos aprovechando el buen tiempo, pero se nota que las ganas van decayendo. Propuse en nuestro foro del club una salida suave y tranquila y qué mejor que hacer la Clásica y rematarlo con la subida al hotel Arcipreste.

Rápidamente nos pusimos en marcha y como he dicho éramos un grupo muy numeroso. Nos dirigimos hacia el carril bici y ya desde primera hora los conductores nos empezaron a increpar. Cuándo se darán cuenta que los ciclistas podemos circular en paralelo por las carreteras y que por ciudad somos un vehículo más? Pues eso que cualquier día hacemos fondo y nos compramos un lanza misiles para que no nos toquen más los huevos, ya veríamos qué dicen luego…

Con el calentón nada más salir por culpa de los listos al volante, nos resguardamos a la seguridad del carril bici y comenzamos a soltar y calentar las piernas camino de Soto. Por el camino cogimos a Faustino como casi siempre y nos encaminamos con posterioridad dirección Cerceda. Ritmo muy tranquilo o eso me parecía. Iba hablando con Juan y no me daba cuenta ni de la velocidad ni del aire, ni de nada. Iba muy suelto y muy protegido al ser un grupo numeroso. Llegamos a Manzanares en un suspiro y es que cuando vas a gusto devoras kilómetros sin darte cuenta. Ni tan siquiera el repecho de Manzanares hizo que el grupo se fragmentara así que muy juntitos continuamos camino hacia el desvío de El Boalo.

Foto: de charleta con Juan.
Me gustaría hacer una mención especial a los asiduos en la cabeza del grupo y que tan bien nos llevan en el llano. Paco, Luis, Kiki, el maestro Arnelas, Lobo, Jesús, Juan, Ramón (aunque siga de vacaciones)… Es gente que se implica por el resto. Un trabajo sucio que es de agradecer y que sé lo hacen por el grupo, pero desde aquí me gustaría pedir a los demás un poquito de colaboración al respecto. Si tiramos todos un poquito se nos hace más ameno y no se cansan los de siempre, que luego bien nos gusta apretar en las subidas…

Fotos: numerosa grupeta en esta salida.


Llegados al desvío, comenzó la orquesta a tocar, y es que se empezaron a oír todo tipo de sonidos con los cambios. Subida de piñones de dos en dos, de a uno, cambios de platos a lo bestia y todo para afrontar el primer repecho. Parecía que había miedo de enfrentarnos a la subida. Juan y yo optamos por aguantar el plato un poco más, en mi caso hasta llegar a las rampas del pueblo y lo tuve que quitar porque me comí de lleno las maravillosas alcantarillas que hay en plena curva.

Pasados el Boalo ante la admiración de los lugareños, parecíamos una horda de vikingos invadiéndoles, nos dirigimos hacia la subida de Mataelpino. Aproveché el momento fotógrafo para ponerme en cabeza y marcar el ritmo de la subida con el maestro. Algunos por detrás, como Kiki que ayer estaba especialmente… travieso,  se quejaban de nuestra elección del plato para afrontar la subida, pero es que me encontraba mejor a fuerza que a cadencia, algo totalmente inusual en mi caso y sobre todo tan temprano, algo que a posteriori, pagaría.

Fotos: comienza la subida a Las Cabras

La subida fue buena. A la par del maestro íbamos a muy buen ritmo. Un último esfuerzo para llegar al cruce y como es habitual girar a la izquierda para continuar con la subida a Las Cabras. Tras el giro a derechas, mis piernas se bloquean. Era incapaz de pedalear. No podía trasmitir fuerza a los pedales, me sentía como vacío. Metí todo y me puse en modo de autoprotección tratando de controlar el pulso. En alguna ocasión miré el contador y marcaba 8km/h, rápidamente me vino a la mente el pajarón en Morcuera del año pasado. Si prácticamente acabábamos de salir y ya estaba fundido!!! Me pasaron todos. Los rápidos, los lentos, los calmados, los controladores, los que suben a su ritmo, todos. Me quedé solo cosa que agradecí ya que en esos 300 metros, me di cuenta que no se puede estar 365 días fresco y mi día malo era ayer…

Vi bajar a Paco como siempre en búsqueda de los rezagados, pero es que no había nadie por detrás. Yo creo que se extrañó de verme por ahí, pero supongo que mi expresión corporal y la manera de pedalear le dejó claro cómo iba. Al final pude ir recuperando un poco y terminé con la subida.

Breve parada para recuperar el aliento, ya que en esta ocasión el ultimo era yo, y nos pusimos nuevamente en marcha hacia la presa de Becerril. Aproveché el suave descenso para engullir una barrita milagrosa. Cruzamos el pueblo y afrontamos la subida a la presa.

No sé qué me pasó pero la recuperación fue milagrosa. Los primeros metros los hicimos suaves y cuando ya empezamos a salir del pueblo y nos encaminábamos hacia la presa y enfilamos la recta de subida, de repente me vi nuevamente en cabeza marcando el ritmo junto al maestro. Llegamos a la curva de derechas donde el porcentaje es mayor y antes de llegar a la siguiente curva de izquierdas se desencadenó la guerra total por llegar el primero.

Fotos: saliendo de Becerril camino de la presa.

Kiki adelantó por la izquierda junto con otro compi y seguidos de Carlos. Elías que venía en cabeza a la altura del maestro, hizo un cambio de ritmo (de la manera más fácil, sentado y apretando pero sin aparente esfuerzo) que fue ganando velocidad lo que hizo exprimirse pero bien a los jovencitos y al resto. No pudieron con él, qué lección de pedales, como se nota la veteranía y los años sobre la bicicleta.

Foto: Elías, "el abuelo", qué manera de dar pedales!!!

Paramos al final de la presa para que fueran llegando los demás y en mi caso seguir comiendo y recuperando. Con todos ya listos, tomamos a la derecha y nos dirigimos hacia la subida del Arcipreste. Nuevamente comenzamos más o menos todos juntos, pero a medida que se empinaba la carretera el grupo se fue disgregando. Aguanté con los de cabeza hasta escasos 50 metros del alto. Traté de engancharme a Paco cuando me pasó, pero no me fue posible seguirle, por lo que termine la ascensión a mi ritmo.

Foto: los más rápidos por la presa.

Larga parada para dar tiempo a que llegaran todos, incluido Faustino que había sufrido un pinchazo y durante la espera me comentó Carlos de alargar un poco la ruta ya que era muy temprano y volver por la Serranilla y Collado-Mediano. Nos pareció muy buena idea así que el gran grueso el grupo nos dirigimos en un rapidísimo descenso hacia Los Molinos primero y por la Serranilla después. Cómo les gusta las bajadas a unos cuantos y es que les ves que disfrutan como niños cuando la carretera se pone cuesta abajo y coges gran velocidad. Me quedé con el grupo de los ¨prudentes¨ y seguí aprovechando la inercia para comer.

Atravesamos la localidad de Collado-Mediano, en la que algunos hicieron gala de su desconocimiento en lo relativo a educación vial a la hora de pasar por una rotonda y nos enfrentamos al último repecho del día. No me podía creer lo bien que me había recuperado del pajarón. No logré ir a tope pero afronté el repecho con ganas e incluso en esta ocasión me puede aprovechar de la rueda de Paco cuando los de cabeza empezaron a estirar el grupo.

Pasado el repecho, soltamos un poco las piernas antes de la bajada y como por detrás venían todos muy agrupados, no fue necesario parar por lo que continuamos en un nuevo y rápido descenso hasta la rotonda que nos desviaría hacia Moralzarzal. El último kilómetro antes de esta rotonda no sé por qué, pero ejerce una especie de canto de sirena sobre los rodadores. En fila de a uno fuimos muy rápido, lo que hizo que por detrás se quedaran unos cuantos. Al girar hacia Moralzarzal dimos el aviso y suavizamos el ritmo. Jesús paró para que no se fueran recto ya que venía un amigo suyo que salía con nosotros por primera vez; no les volvimos a ver hasta la fuente en Cerceda donde expresó (en tono de broma) sus quejas acaloradas por haberles dejado tirados.

Rellenamos los bidones, descansamos un poco y nos pusimos en marcha de vuelta a casa. No había ganas de hacer El Cerro o Los Rancajales. Con un ritmo tranquilo hicimos el tramo que nos separaba de Soto con los habituales en cabeza. Nos desviamos para coger el carril bici nuevamente y de nuevo a ritmo tranquilo hicimos los kilómetros que nos separaban de Colmenar.

Llegados a casa, nos fuimos directos al Charly para degustar una merecida cervecita.

Al final 90 kms de ruta, Muy buen día de bici para como se me había presentado en un principio, de todo se aprende.

La semana que viene la marcha de la federación madrileña por el Atazar y el Cerro que entrenamos la semana pasada. Habrá que buscar una buena rueda y cambiar de táctica.

Lo que sea aquí lo contaremos.


Gracias a todos.

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