Nueva
salida con los compañeros del Club Arnelas y un numeroso grupo que se acopló a
nuestra salida. Seguimos aprovechando el buen tiempo, pero se nota que las
ganas van decayendo. Propuse en nuestro foro del club una salida suave y
tranquila y qué mejor que hacer la Clásica y rematarlo con la subida al hotel
Arcipreste.
Rápidamente
nos pusimos en marcha y como he dicho éramos un grupo muy numeroso. Nos
dirigimos hacia el carril bici y ya desde primera hora los conductores nos
empezaron a increpar. Cuándo se darán cuenta que los ciclistas podemos circular
en paralelo por las carreteras y que por ciudad somos un vehículo más? Pues eso
que cualquier día hacemos fondo y nos compramos un lanza misiles para que no
nos toquen más los huevos, ya veríamos qué dicen luego…
Con
el calentón nada más salir por culpa de los listos al volante, nos resguardamos
a la seguridad del carril bici y comenzamos a soltar y calentar las piernas camino
de Soto. Por el camino cogimos a Faustino como casi siempre y nos encaminamos
con posterioridad dirección Cerceda. Ritmo muy tranquilo o eso me parecía. Iba
hablando con Juan y no me daba cuenta ni de la velocidad ni del aire, ni de
nada. Iba muy suelto y muy protegido al ser un grupo numeroso. Llegamos a
Manzanares en un suspiro y es que cuando vas a gusto devoras kilómetros sin
darte cuenta. Ni tan siquiera el repecho de Manzanares hizo que el grupo se
fragmentara así que muy juntitos continuamos camino hacia el desvío de El
Boalo.
Foto: de charleta con Juan. |
Me
gustaría hacer una mención especial a los asiduos en la cabeza del grupo y que
tan bien nos llevan en el llano. Paco, Luis, Kiki, el maestro Arnelas, Lobo,
Jesús, Juan, Ramón (aunque siga de vacaciones)… Es gente que se implica por el
resto. Un trabajo sucio que es de agradecer y que sé lo hacen por el grupo, pero
desde aquí me gustaría pedir a los demás un poquito de colaboración al
respecto. Si tiramos todos un poquito se nos hace más ameno y no se cansan los
de siempre, que luego bien nos gusta apretar en las subidas…
Fotos: numerosa grupeta en esta salida. |
Llegados
al desvío, comenzó la orquesta a tocar, y es que se empezaron a oír todo tipo
de sonidos con los cambios. Subida de piñones de dos en dos, de a uno, cambios
de platos a lo bestia y todo para afrontar el primer repecho. Parecía que había
miedo de enfrentarnos a la subida. Juan y yo optamos por aguantar el plato un
poco más, en mi caso hasta llegar a las rampas del pueblo y lo tuve que quitar
porque me comí de lleno las maravillosas alcantarillas que hay en plena curva.
Pasados
el Boalo ante la admiración de los lugareños, parecíamos una horda de vikingos invadiéndoles,
nos dirigimos hacia la subida de Mataelpino. Aproveché el momento fotógrafo para
ponerme en cabeza y marcar el ritmo de la subida con el maestro. Algunos por
detrás, como Kiki que ayer estaba especialmente… travieso, se quejaban de nuestra elección del plato para
afrontar la subida, pero es que me encontraba mejor a fuerza que a cadencia,
algo totalmente inusual en mi caso y sobre todo tan temprano, algo que a
posteriori, pagaría.
Fotos: comienza la subida a Las Cabras |
La
subida fue buena. A la par del maestro íbamos a muy buen ritmo. Un último
esfuerzo para llegar al cruce y como es habitual girar a la izquierda para
continuar con la subida a Las Cabras. Tras el giro a derechas, mis piernas se
bloquean. Era incapaz de pedalear. No podía trasmitir fuerza a los pedales, me sentía
como vacío. Metí todo y me puse en modo de autoprotección tratando de controlar
el pulso. En alguna ocasión miré el contador y marcaba 8km/h, rápidamente me
vino a la mente el pajarón en Morcuera del año pasado. Si prácticamente acabábamos
de salir y ya estaba fundido!!! Me pasaron todos. Los rápidos, los lentos, los
calmados, los controladores, los que suben a su ritmo, todos. Me quedé solo
cosa que agradecí ya que en esos 300 metros, me di cuenta que no se puede estar
365 días fresco y mi día malo era ayer…
Vi
bajar a Paco como siempre en búsqueda de los rezagados, pero es que no había nadie
por detrás. Yo creo que se extrañó de verme por ahí, pero supongo que mi expresión
corporal y la manera de pedalear le dejó claro cómo iba. Al final pude ir
recuperando un poco y terminé con la subida.
Breve
parada para recuperar el aliento, ya que en esta ocasión el ultimo era yo, y
nos pusimos nuevamente en marcha hacia la presa de Becerril. Aproveché el suave
descenso para engullir una barrita milagrosa. Cruzamos el pueblo y afrontamos
la subida a la presa.
No
sé qué me pasó pero la recuperación fue milagrosa. Los primeros metros los
hicimos suaves y cuando ya empezamos a salir del pueblo y nos encaminábamos hacia
la presa y enfilamos la recta de subida, de repente me vi nuevamente en cabeza
marcando el ritmo junto al maestro. Llegamos a la curva de derechas donde el
porcentaje es mayor y antes de llegar a la siguiente curva de izquierdas se
desencadenó la guerra total por llegar el primero.
Fotos: saliendo de Becerril camino de la presa. |
Kiki
adelantó por la izquierda junto con otro compi y seguidos de Carlos. Elías que
venía en cabeza a la altura del maestro, hizo un cambio de ritmo (de la manera
más fácil, sentado y apretando pero sin aparente esfuerzo) que fue ganando
velocidad lo que hizo exprimirse pero bien a los jovencitos y al resto. No
pudieron con él, qué lección de pedales, como se nota la veteranía y los años
sobre la bicicleta.
Foto: Elías, "el abuelo", qué manera de dar pedales!!! |
Paramos
al final de la presa para que fueran llegando los demás y en mi caso seguir
comiendo y recuperando. Con todos ya listos, tomamos a la derecha y nos
dirigimos hacia la subida del Arcipreste. Nuevamente comenzamos más o menos
todos juntos, pero a medida que se empinaba la carretera el grupo se fue
disgregando. Aguanté con los de cabeza hasta escasos 50 metros del alto. Traté
de engancharme a Paco cuando me pasó, pero no me fue posible seguirle, por lo
que termine la ascensión a mi ritmo.
Foto: los más rápidos por la presa. |
Larga
parada para dar tiempo a que llegaran todos, incluido Faustino que había sufrido
un pinchazo y durante la espera me comentó Carlos de alargar un poco la ruta ya
que era muy temprano y volver por la Serranilla y Collado-Mediano. Nos pareció
muy buena idea así que el gran grueso el grupo nos dirigimos en un rapidísimo
descenso hacia Los Molinos primero y por la Serranilla después. Cómo les gusta
las bajadas a unos cuantos y es que les ves que disfrutan como niños cuando la carretera
se pone cuesta abajo y coges gran velocidad. Me quedé con el grupo de los
¨prudentes¨ y seguí aprovechando la inercia para comer.
Atravesamos
la localidad de Collado-Mediano, en la que algunos hicieron gala de su
desconocimiento en lo relativo a educación vial a la hora de pasar por una
rotonda y nos enfrentamos al último repecho del día. No me podía creer lo bien
que me había recuperado del pajarón. No logré ir a tope pero afronté el repecho
con ganas e incluso en esta ocasión me puede aprovechar de la rueda de Paco
cuando los de cabeza empezaron a estirar el grupo.
Pasado
el repecho, soltamos un poco las piernas antes de la bajada y como por detrás venían
todos muy agrupados, no fue necesario parar por lo que continuamos en un nuevo
y rápido descenso hasta la rotonda que nos desviaría hacia Moralzarzal. El último
kilómetro antes de esta rotonda no sé por qué, pero ejerce una especie de canto
de sirena sobre los rodadores. En fila de a uno fuimos muy rápido, lo que hizo
que por detrás se quedaran unos cuantos. Al girar hacia Moralzarzal dimos el
aviso y suavizamos el ritmo. Jesús paró para que no se fueran recto ya que venía
un amigo suyo que salía con nosotros por primera vez; no les volvimos a ver
hasta la fuente en Cerceda donde expresó (en tono de broma) sus quejas
acaloradas por haberles dejado tirados.
Rellenamos
los bidones, descansamos un poco y nos pusimos en marcha de vuelta a casa. No había
ganas de hacer El Cerro o Los Rancajales. Con un ritmo tranquilo hicimos el tramo
que nos separaba de Soto con los habituales en cabeza. Nos desviamos para coger
el carril bici nuevamente y de nuevo a ritmo tranquilo hicimos los kilómetros que
nos separaban de Colmenar.
Llegados
a casa, nos fuimos directos al Charly para degustar una merecida cervecita.
Al
final 90 kms de ruta, Muy buen día de bici para como se me había presentado en
un principio, de todo se aprende.
La
semana que viene la marcha de la federación madrileña por el Atazar y el Cerro
que entrenamos la semana pasada. Habrá que buscar una buena rueda y cambiar de
táctica.
Lo
que sea aquí lo contaremos.
Gracias
a todos.
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