martes, 26 de febrero de 2013

El Vellón (24/2/13)


Nuevo domingo de ruta con los compañeros del Club Arnelas y nuevas inclemencias en el tiempo, las habituales de estas fechas, mucho frío y aire. La ruta prometía, el Alto de El Vellón. Nunca lo había hecho, sólo el año pasado en la Marcha Francisco Sanz, de infame recuerdo, habíamos bajado por dicho Alto, por lo que la subida prometía. Escasos 5 kms con un porcentaje medio del 5%.

Comenzamos como viene siendo habitual en los que preparamos la quebrantahuesos de este año, saliendo un poquito antes que el resto. Rodamos hasta la rotonda del gato antes de llegar a Manzanares y regresamos hacia Soto para reagruparnos con el resto de compañeros en la subida a Los Pinarejos. Me vino muy bien ese rodaje tanto para quitarme el frío, como para calentar bien las piernas. Un rodar suave que hice en su totalidad charlando con Kiki sobre los entrenamientos de rodillo y las opciones que me permite el Bkool.
Foto: otra vez mucho frío...

Subimos hasta la rotonda de Los Pinarejos a buen ritmo, cada vez se me hace más corta, o la afronto con más ganas, no sé, el caso es que sin apenas darnos cuenta llegamos arriba y tuvimos que dar un par de vueltas a la rotonda mientras que esperábamos al resto. Como lo del tiovivo no es lo mío, me dejé caer despacito hacia Guadalix. En ese tramo me enlazó Miguel con su nueva equipación patrocinada por Specialized en rojo pasión. Nos serviría de punto de referencia a todos, le bromeaba mientras descendíamos recelosos del fuerte viento, ya que Miguel montaba sus ruedas de perfil.


Según descendíamos alguien dio la voz de alarma. Pinchazo en el grupo. Paramos en la circunvalación y tras un tiempo de espera creímos que era una falsa alarma, que no faltaba nadie, cosa que no resultó ser correcta ya que creo fue el amigo de Iván quién finalmente pinchó.

El resto del grupo desconociendo el asunto pinchazo, continuamos ruta hacia Torrelaguna, a un buen ritmo. Molto nos hizo de guía y gregario durante todo el día, aunque creo que le gusta llevarnos controlados (verdad amigo?) . Paramos brevemente tras cruzar bajo el puente de la A-1 para reagruparos antes del rápido descenso hacia Torrelaguna, el cual cada día hacemos peor, pero ese es un tema en el que ya no me pienso meter más.

En el repecho de Redueña hubo reagrupamiento con Molto y Miguel marcando el ritmo hasta que Kiki decidió darse un pequeño homenaje y apretar un poquito hasta coronar, el resto a los mandos de Molto.
Foto: el grupo comandados por Molto y Miguel.

Nuevo descenso hasta que tomamos el desvío hacia El Vellón, momento en el que llegaron Iván y sus “compinches” con un buen calentón. Enfilamos la larga recta que nos llevaría hacia el Alto, y se empezaron a dilucidar las futuras guerras y estrategias. Me adelanté un poco para retratar al grupo y rápidamente Kiki y Molto tomaron los mandos. Yo por mi parte me quedé con Miguel y  me percaté de la primera batalla entre los de cabeza. Poco a poco fueron incrementando el ritmo y abriendo un pequeño hueco, le comenté a Miguelini que esa no era mi guerra así que él salió en pos de la vanguardia. Escasos segundos después llegó la caballería a galope tendido, Iván y compañía salieron como lobos a la caza de Molto y Kiki, los demás seguimos a lo nuestro.

Junto con Toni en cabeza fuimos marcando el ritmo con el viento de cara hasta que llegados al inicio de la subida propiamente dicha, nos encontramos con Molto que decidió no entrar en la guerra de juventudes y subir con el resto. Le tomó el relevo a Toni y juntos comenzamos a marcar el ritmo del grupo. Grupo compuesto por el propio Molto, D. José, Juanma, Toni, Carlos y servidor. A unos 50-60 metros, nuestro “faro rojo” Miguelini nos marcaba la referencia con los de delante.
Foto: comienza la ascensión a El Vellón.

Muy buena subida, aprendiendo, que es lo importante a estas alturas. Llevaba el marcaje estrecho y férreo de Molto, por si le atacaba como la semana pasada en La Jarosa, pero ya le corrigió D. José: -“Manu no es de los que ataca. Es buena gente”. Y es que es cierto no soy de atacar, prefiero quedarme y aprender como fue el otro día, seguir el ritmo de los compis, sufrir cuando se sube un punto o recuperar cuando hay descansos, para qué gastar fuerzas de más. No quiero más que batirme a mí mismo.
Foto: el maestro controlando al grupo.

Con los consejos de Molto y un gran esfuerzo sobre todo en la parte final, casi llegamos hasta la altura de Miguel justo cuando terminaba la ascensión. Qué buen entrenamiento. Como decía Molto, una subida con mucha cabeza.
Foto: Molto, controlando.

Llegados arriba, nos estaban esperando los jóvenes ansiosos. Desconozco quién fue primero y cómo se desarrolló la lucha, pero me lo puedo imaginar.

Paramos en la plaza de El Molar como siempre, hasta que llegaran el resto de compañeros, momento que aprovechamos para comer y reponer fuerzas. Con todos ya reunidos, nos pusimos nuevamente en marcha ya que se nos hacía un poco tarde y todavía nos quedaba el último escollo de la jornada, subir El Cerro.

Salimos de El Molar y cogimos la pestosa carretea con un fuerte  viento de cara y constantes toboganes que nos sacaría hasta la M-608 dirección a Guadalix. Mis piernas empezaban a resentirse un poco del esfuerzo realizado y por un momento me pasó por la cabeza sucumbir en El Cerro, por lo que aproveché el tramo que nos separaba del inicio de la subida para hidratarme bien y terminar de comer.

Iniciamos la ascensión todos juntos, al poco los jóvenes se metieron en su guerra particular, dejándonos al resto con nuestra propia batalla. Paco y Juanma marcaban el ritmo seguidos de Toni y D. José, por detrás íbamos Miguel y yo, por detrás de nosotros Ramón, Juan, Molto y José. Llegados al inicio de las rampas, Molto y Miguel se ponen en cabeza para marcar el ritmo seguidos de Paco, Juanma y Toni (lo que hacía un terceto en línea un tanto “raro”), D. José y yo nos emparejamos y comenzamos con nuestro particular entrenamiento, subir con el plato lo máximo posible.
Foto: primeros kms de subida.

Según íbamos ganando en altura, el grupo fue decayendo. Oí a Ramón comentar que quitaba el plato. Paco hizo lo propio junto con gran parte del grupo, nosotros seguimos con el plan establecido, seguir a plato, lo que hacía que ganásemos más metros por pedalada que el resto. Pasamos a Paco y nos quedamos detrás de Juanma y Toni con Molto y Miguel marcando el ritmo.
Foto: parte el grupo por detrás.

El ritmo no era muy fuerte lo que hizo que aguantar el plato no fuera un gasto excesivo. Le pregunté al maestro que hasta donde teníamos previsto subir así, la respuesta fue tajante, hasta arriba. Imposible, habíamos llegado al falso llano, justo antes de la curva donde empieza lo bueno. Eso ya me parecía un logro, pero no quitar el plato hasta arriba me sonaba a locura. – Aguántalo todo lo que puedas. Hasta pasada la curva, me decía el maestro. Como siempre le hice caso.
Foto: comienza nuestro particular entrenamiento.

Llegó el momento de la verdad, los porcentajes considerables; mitad de recta antes de la curva a izquierdas y seguíamos con el plato. La verdad es que iba muy cómodo. Me ponía de pie y eso liberaba gran tensión en mis piernas. Seguíamos subiendo. Llegó un momento en que Miguel empezaba a dar síntomas de cansancio, Molto por su parte seguía a su ritmo acompasado y animando a Miguel, pero el plato grande impuso su capacidad y momentos antes de la curva, D. José se disculpó con Molto y les pasamos con suma facilidad.

Era el momento más duro de la subida. Veía al maestro que no cejaba en su empeño de quitar el plato, Toni que se nos había unido le costaba seguir nuestro ritmo ya que le vi apretar en su cadencia de pedalada para no perder estela, y Juanma por su parte nos alentaba desde atrás, sobre todo a mí, a que continuásemos en el esfuerzo.

Metros antes de coronar, Molto se unió a nuestro grupo dejando al resto por detrás. El pobre de Miguel pagó el esfuerzo de tirar en cabeza durante los kilómetros iniciales y por llevar su venerado 25 como piñón máximo. Ya te lo he dicho muchas veces, compi…
Foto: Miguel, nuestro punto de referencia ayer.

Casi coronando, en un intento de no perder hilo y de rematar el esfuerzo, al intentar bajar un piñón, la cadena, al llevar una tensión extrema, me pasó al plato pequeño, lo que hizo que por unos instantes me quedara dando al “molinillo” hasta que lo pude solucionar con pericia y rapidez. Tuve mucha suerte que no se saliera como me dijo Juanma que venía justo detrás.

Toni, D. José y Molto, abrieron un pequeño hueco en la bajada hacia el Cerrillo, pero con el plato ora vez puesto, logré llegar hasta ellos, para afrontar el último repecho de la subida, el otrora temido Cerrillo. Pasamos la dificultad con Molto y D. José vigilándome para que no me distanciara mucho y como siempre nos paramos en el stop de Los Rancajales a esperar al resto.

Qué subida. La he hecho cientos de veces, pero como la del otro día ninguna. Recuerdo una muy buena coronando todos en grupo, pero no como la de ayer. Un gran entrenamiento que seguro nos viene muy bien para la QH.

Una vez más, gracias maestro por enseñarme en cada salida un poquito más de este glorioso deporte.
Foto: posando con el maestro.

Con todos ya reagrupados, nos lanzamos hacia Colmenar. Como últimamente tengo problemas con las calas, el grupo me fue tomando ventaja, pero con cabeza supe apretar lo justo para cogerles antes del repecho de Remedios, donde muchos, pese a su juventud, ya venían reventados, momento que aproveché para colarme por un hueco que encontré para coronar impulsado por la velocidad que traía.

Pasado el repecho, momento de calma tensa. En teoría no se iba a lanzar sprint, pero muchos bien por llegar antes a casa, bien por apretar al final, se lanzaron como es habitual, a tope. Por el rabillo del ojo vi que el maestro salía en pos de alguien que nos pasó desafiante. Pensé que era el momento de devolver favores, así que baje todo y puse la locomotora en marcha. Les pasé haciendo señas para que se me pegara a rueda como tantas veces he hecho yo, cosa que así hizo. Apreté todo lo que pude, mis piernas no daban para más, no por cansancio sino por pedalada, y es que hay una gran diferencia de ir con un 13, como en mi caso, a ir con un 11.

Cuando ya dejé de apretar porque no me daban más los pedales, apareció Molto que siguió junto con D. José apretando hasta llegar al puente sobre la M-607, donde ya nos dejamos ir hasta que fuimos recuperando poco a poco hasta llegar nuevamente al punto de salida.

Al final de la ruta unas sensaciones buenísimas y lo que es mejor, la recuperación muy buena, tras casi 100kms.

Gracias a todos los compañeros por rutas como esta y a mis mentores, maestros y amigos que me animan en cada salida a superarme.

La semana que viene Clásica y Cerro nuevamente, pero con una sorpresa si todo va bien. Aquí un pequeño adelanto:
Foto: Ultegra di2...

Sea como sea, lo contaremos.

Gracias a todos.

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