martes, 5 de marzo de 2013

Clásica y Cerro (3/3/13)


Nueva cita con los compañeros del Club Arnelas para disfrutar de una mañana de bici. La gran novedad o la sorpresa como dije la semana pasada era el cambio electrónico. Gracias a mi amigo José María Jiménez, que se prestó gustoso a dejarme su Lapierre Xelius  montada con Ultegra di2, pude disfrutar de las maravillas y excelencias de este tipo de cambio.
Foto: Lapierre Xelius con ultegra di2.

No quiero aburriros mucho pero he de decir que es una auténtica maravilla. La única pega, si es que tiene alguna, son las manetas. Los que estamos acostumbrados a Campagnolo, nos cuesta lo suyo, si además le sumas los guantes de invierno, el botón que acciona las subidas tanto de plato como de piñón, se hacía un poco raro. Pero es cuestión de acostumbrarse. Por lo demás decir que es impresionante, sobre todo el cambio del palto. Rápido, suave y muy preciso, incluso cuando cambias de pie. En cuanto a los piñones, a excepción de lo comentado antes, también muy satisfecho. El cambio es rápido, casi no se nota el paso de la cadena por los dientes, le puedes hacer mil perrerías que lo soporta, no quise forzar mucho ya que era un préstamo, pero recorrí la corona más de una vez tanto hacia arriba como hacia abajo con ambos paltos sin sufrir ningún percance o inconveniente. En resumen, una gozada.


En lo referente a la ruta, como siempre quedamos los que estamos preparado la QH media hora antes, para hacer kilómetros extra. Se nos sumaron los Revilla y Moisés. Fuimos soltando piernas hasta llegar a Soto y de allí enfilamos la carretera hacia Cerceda. Con Ramón y D. José en cabeza, junto con Revilla padre en algún relevo, fuimos devorando los kilómetros que nos separaban de Manzanares primero y Cerceda después. Nos llevamos un buen susto, más los de cabeza, por un impresentable que casi se nos echa encima tratando de adelantar a otro coche justo antes de llegar al desvío de El Boalo, muy cerquita nos pasó el desgraciado, y eso que venía por el carril contrario.
Foto: seguimos preparando la QH.

Antes de llegar a Cerceda, dimos media vuelta a la altura del colegio, para ir en busca del grueso del pelotón que partió más tarde que nosotros. Les encontramos cuando íbamos de vuelta y ellos pasaban por la entrada a La Pedriza, así que apretamos un poco, dimos media vuelta en la rotonda de los montañeros, pero como la juventud iba tirando, no les alcanzamos hasta el desvío de El Boalo.

Afrontamos el primer repecho y saqué a relucir el cambio eléctrico. Con una sucesión de cambios muy rápidos, me amoldé a la cadencia de pedalada necesaria. Primer test serio, con nota. Continuamos la ascensión y en el repecho duro cruzando el pueblo, nuevo test, impresionante una vez más. Fuimos ganando posiciones hasta llegar a la cabeza. Numeroso grupo el que llevábamos el otro día. Seguimos nuestra progresión hasta que llegamos a la cabeza de carrera. Al poco los jóvenes como siempre iniciaron la guerra por su cuenta, el resto nos quedamos para disfrutar de una subida muy tranquila y con mucho control por parte del jefe, Goyo, “Molto Feroche”, que ayer me confesó que tenía un gran “dolori di gamba”, debido a una exhaustiva salida el día anterior.
Foto: el maestro comandando el grupo.

Foto: Molto feroche siempre en cabeza pese al "dolori di gamba".

Con ritmo tranquilo, entre bromas a Paco por la derrota de su Barsa y admiración por mi nueva montura, llegamos hasta Mataelpino. Cruzamos la carretera, giramos a la izquierda para proseguir con la ascensión hacia Las Cabras, para girar nuevamente a la derecha. Ayer no me quedé cortado en el cruce como otras tantas veces, y es que me encuentro verdaderamente bien y con mucha confianza. Es cierto que la subida no la hicimos a cuchillo, pero iba muy bien de fuerzas y sin pasar del 24.
Foto: Paco con sus nuevas ruedas Campagnolo de perfil.

Llegamos al alto, y como es de rigor parada para reponer fuerzas, comer, beber y dar tiempo al resto. Con todos ya reagrupados, continuamos ruta hacia Becerril en un descenso rápido como siempre. Cruzamos las calles y afrontamos la subida de la presa. Me emparejé con Molto para esa subida, supongo que en algún momento D. José y Ramón o se quedaron cortados o muy atrás en la bajada. Con Paco y Chema como objetivos, fuimos ascendiendo hasta que a mitad de curva les dimos alcance, les pasamos al ir con el plato, aunque no apretamos para que se quedaran con nosotros hasta llegar a la presa.
Foto: el maestro y Molto, dando la cara en la subida.

Nueva parada para esperar al resto y con todos juntos otra vez, descenso rapidísimo hacia Becerril primero para luego tomar el desvío hacia Moralzarzal. En este punto, pude probar la maravilla del cambio rápido y preciso con el plato. Es como un click con el ratón, apenas perceptible.
Foto: parte del grupo pasando por la presa.

Cruzamos la localidad de Moral y nos dirigimos hacia Cerceda donde paramos a rellenar los bidones. En este punto del día surgió una especie de desbandada. Mientras unos cuantos terminaban de beber, comer y rellenar los bidones, algunos nos adelantamos como otras tantas veces para poder evacuar un poco. En mi caso, nada más parar, vi como la grupeta pasaba a toda velocidad sin detenerse o aminorar la marcha. Terminé lo más rápido posible y me lancé en pos del grupo. Sé que Toni e Iván se quedaron. A Toni no le volvimos a ver, suponemos que acortó la ruta. Lo de Iván fue peor ya que gracias a que su padre se paró a esperarle, se ahorró el paseo en solitario desde Cerceda hasta Soto. Este tipo de cosas las tenemos que trabajar más. Vuelvo a repetir que nos es normal tener que llanear a 35-40 km/h. Yo gracias a que llevaba a Paco a 50 metros e iba bien de piernas, de lo contrario no hubiese podido enlazar con el grupo.

El grupo iba partido en dos. Los “rápidos” por delante y un reducido grupo por detrás a unos 70 metros. Gracias una vez más al maestro que puso un poco de cordura; se dio su particular palizón para llevarnos en volandas hasta enlazar con los de delante. Con casi todos ya reagrupados, continuamos ruta a un ritmo más normal.

Llegados a la rotonda de Los Montañeros de Manzanares, viví en primera persona la imprudencia, falta de sentido común y lo que es peor, desconocimiento de las normas de circulación por parte de un vehículo. Llegaba el grupo muy estirado a la rotonda ya que entras de bajada. Las primeras unidades y habían pasado la misma, la gran mayoría se encontraba en la mitad, otros como yo acabábamos de entrar y todavía quedaban unidades en cola. Justo antes de entrar, vi al susodicho que venía por la izquierda a media rotonda y justo cuando llegó a mi altura, ya no es que hiciera la intención de parar, sino que encima me ofrece una sonora pitada. El gran Antonio es testigo de lo ocurrido y supongo que alguien que vendría por detrás también lo vio. No es imprudencia nuestra, es falta de educación en primer lugar por parte de un conductor a motor para con un ciclista el “regalar un sonora pitada”, y en segundo un total y enorme desconocimiento del código de circulación. Pues con todo y con eso, cuando llegó a nuestra altura, todavía se permitió el lujo de increparnos con “peinetas” y aspavientos….Lamentable!!!
Foto: esquema de cómo abordar una rotonda con ciclistas en ella.

Con una indignación más que evidente y un cabreo de los buenos, traté de olvidarme y seguir ruta ya que todavía nos quedaba un buen postre, llegar a Soto, subir Los Pinarejos, bajar a Guadalix y subir El Cerro.

Antes de llegar a Soto, me alimenté bien, un gel, agua y a por el último esfuerzo. No iba muy cómodo. Pensé que iba a pagar el haber ido en cabeza desde Moral hasta Cerceda con Toni y con el viento de cara, así que mis piernas empezaban a dar síntomas de cansancio, como así me lo hizo ver el maestro cuando subíamos Los Pinarejos y es que en el último tramo, pasando por debajo del túnel del AVE, se me distanciaron un poco, por suerte, en la rotonda, dimos media vuelta para ir en búsqueda de los rezagados. Ramón por el contrario, muy combativo ayer, se lanzó hacia Guadalix con la juventud, pero se debió de dar cuenta a media bajada ya que volvió sobre sus propios pasos. Nos quedamos a esperar a que fueran llegando poco a poco. Incluso pudimos ver a lo lejos que el amigo de Iván había parado por lo que parecía un pinchazo.

Con la avería solucionada y todos nuevamente juntos, descendimos tranquilamente hacia Guadalix, cruzamos el pueblo y enfilamos una nueva subida al Cerro. Nos encontramos en la fuente a parte de los que iban en cabeza, y continuamos la ascensión.

Tenía mis dudas. Aguantar nuevamente El Cerro a plato dos semanas seguidas me parecía cosa poco probable, pero tras una consulta con el maestro, se confirmaron mis temores, hasta donde se pueda. Y ese poder resultó nuevamente ir a plato hasta arriba.
Foto: comienza la subida al Cerro.

Como la semana pasada comenzamos la subida muy tranquila. Tuve un momento para quitarme orejeras y guantes, ya que el calor se hacía evidente, y pude sentir el cambio en su total percepción. Unas manetas pequeñas, muy ergonómicas y cómodas y el tacto con las palancas, excepcional, nada que ver con los guantes. Supongo que como las bicicletas dicen son para el verano, los de Shimano han pensado en utilizar estos cambios con los guantes cortos…

Pero siguiendo con la ascensión, íbamos como decía muy juntos, charlando, haciendo fotos y con un ritmo muy bueno. Casi sin darnos cuenta llegamos al falso llano. Molto nos llevaba a todos controlados. Alejandro, el amigo de Iván y Javier marcaban el ritmo, seguidos por Molto y servidor, con el maestro y Juan detrás y cerrando el grupo Ramón.

Llegados a lo duro de la subida, Molto y yo nos ponemos en cabeza, siempre con el plato, seguidos de D. José. Mis sensaciones eran muy buenas de hecho no llegué a utilizar más del 27 y por guardar un pelín. Los tres juntos continuamos subiendo, Juan y Ramón se quedaron un poco al igual que Alejandro y Javier. Los últimos 20 metros en una explosión de júbilo por ver el alto tan cerca, bajé dos coronas y terminé casi esprintando, pero me paré por respeto al maestro y a Molto que había hecho toda la subida a bloque.

Nos dejamos caer, fuimos ganando velocidad y terreno hasta que llegamos al Cerrillo. En ese momento, D. José me sugirió quitar el plato para soltar un poco las piernas, íbamos a llegar muy pronto al stop y tendríamos que esperar mucho más tiempo, por lo que con un pedalear más suave y tranquilo hicimos la distancia que nos separaba de la parada, pero fue superior a mí, probé el cambio de plato en ese tramo como 8 veces, y es que no te lo terminas de creer cuando lo haces. Con piñones altos, bajos, da igual, no falla nunca, lo hace a la perfección. Nuevo test para el cambio, aprobado con sobresaliente. Creo que tendré que pedir uno en breve… Se abren las negociaciones…


Fotos: terminando la ascensión del Cerro.

Paramos en el stop de la salida de Los Rancajales, pero el tiempo se nos echaba encima. Algunos que no tenían prisa se quedaron a esperar al resto y unos cuantos continuamos hacia Colmenar para dar por concluida la ruta tras 105 kms.
Foto: una nueva subida a plato junto al maestro.

Foto: Ramón, muy activo ayer.

Otra ruta con los compañeros del Club Arnelas. Sensaciones excelentes y es que el trabajo entre semana va dando sus frutos. La semana que viene a Los Molinos, pero sin el cambio electrónico, aunque aluna novedad habrá, y es que la Pinarello ha pasado por el taller…

Gracias a todos.

1 comentario:

  1. Joer... me parece muy bonito el relato! Yo soy un ciclista muy muy aficionado, que hace medias de 24-25 en llaneos y de 20 en repechos y subidas (por ejemplo, tramos de guadalix a miraflores) y algún día me gustaría tener fuerzas para meterme una ruta de este tipo, y poder enlazar con grupos ciclistas como el vuestro. Mientras tanto, a seguir entrenando y mejorando.
    Mucho ánimo, y a seguir!

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