Otro domingo en el que hacíamos una ruta fuera de
calendario. Como se acordó durante la semana, mi propuesta de hacer la subida
al Hotel Arcipreste por Los Molinos gustó a la gente. Es una ruta que me
encantó cuando por el mes de julio hice la marcha Pedro Herrero de Moralzarzal, una subida
diferente de la que acostumbramos al hotel Arcipreste.
Como esta pasando últimamente, mucha gente en la salida. Se
nota que el buen tiempo acompaña y queremos aprovechar las salidas lo máximo
posible antes que el mal tiempo nos lo impida. Esta vez contábamos con la compañía
de Santi Mostacilla que decidió hacer la ruta con nosotros, así como el nuevo
componente del grupo Juanra, y como invitado tras una larga inactividad, el
hijo de Julián.
Un numeroso grupo el que salimos el pasado domingo, casi 30
personas ya que durante mucho tiempo, hasta la rotonda de desvío a Los Molinos,
coincidimos varias grupetas de conocidos y amigos. Como siempre nos dirigimos
hacia Soto para ir cogiendo el ritmo e ir calentando las piernas. Mucho miedo
llevaba ayer, ya que después de los 90 kms del viernes en la IV Nocturna Pedro
Colnago, no sabía muy bien cómo iba a encontrarme de fuerzas. En un suspiro
como casi siempre llegamos a Soto, recogiendo por el camino como siempre a
Faustino que nos esperaba plácidamente al sol haciendo tiempo.
Foto: camino de Soto |
Tomamos dirección Manzanares y Cerceda, cruzándonos con
numerosas grupetas durante toda la jornada. Como casi siempre los de delante
impusieron un buen ritmo que hizo que el grupo fuera bastante estirado. Como quería
soltar piernas más de lo habitual, no entré en el grupo de cabeza hasta casi
llegar a Cerceda, ganándome los vítores, chanzas y demás improperios en el
momento de pasar al grueso del pelotón hasta situarme de los primeros junto a
Lobo.
Foto: vamos Lobo, dándolo todo!!! |
Pasado Cerceda continuamos dirección Navacerrada hasta tomar
el desvío a Becerril, donde ya se empezó a calentar el ambiente de lo lindo en
los primeros metros. Llegados a los primeros repechos la guerra por la
supervivencia de los más fuertes se desató en su plena apoteosis. Ni los
consejos de Santi Mostacilla por guardar las formas y sobre todo la unidad de 2
ciclistas en paralelo, (llegamos a circular de a 4, otra vez hay que tener esto
en cuenta), pudieron aplacar los ánimos y las ganas que tenía la gente por
devorar kilómetros y llegar cuanto antes a las cimas.
Foto: Santi Mostacilla y el hijo de Julián |
Una vez pasados los repechos de Becerril, ya en las afueras,
hicimos un breve alto para reorganizar la grupeta y dar tiempo a que llegaran
los más retrasados en la subida. Con todos reorganizados, nos lanzamos en un
descenso rapidísimo como siempre hacia las calles de Collado Mediano las cuales
devoramos ante los vítores y aplausos de la gente de dicha localidad. Pasado el
pueblo llegando a la rotonda que se desvía hacia Los Molinos por un lado y
Guadarrama por otro, el grupo se deshace. Parte del mismo, lo no habituales
aunque amigos, se desvían hacia Guadarrama, lo que hizo que parte nuestro grupo
se despistara y les siguiera como fue el caso de Antonio y algún otro que ahora
no recuerdo. Jesús logró salvarse por los pelos, y Santi y Victoria cedieron
ante la insistencia del camino a seguir por nuestra grupeta. Momento control re-organizativo,
para disponernos a afrontar el primer repecho importante de la mañana, la
subida de La Serranilla.
Foto: numerosa grupeta, muy estirada |
No es una subida dura, no creo que más de 1.5 km, pero
empieza justo cuando sales de una curva a derechas, donde ya te recibe un
desnivel constante del 6%. Se formó un grupo en cabeza con Rafa, Luis, Juanra,
el hijo de Julián y yo mismo. Traté de seguirles el ritmo tan fuerte que
pusieron, pero no lo logré más de 500 metros, no quería viciarme en exceso, de
fuerzas iba justo, así que puse mi ritmo y poco a poco fui ascendiendo con los de cabeza a 60 metros.
Parada en la rotonda hasta que la gente fuera llegando, recuperar un poco el
aliento, y continuar una vez todos habían llegado, dirección Los Molinos, por
sus calles hacia el hotel Arcipreste.
La subida no es muy larga, unos 6-7 kms, y la conocía del
día de la marcha, pero se me hizo más dura que entonces. Supongo que aquel día,
con la marcha controlada y pensando que tienes que regular para subir primero
Navacerrada y después Morcuera, te dosificas más. Ayer no fue el caso. En un
primer tramo íbamos en grupo y a un ritmo cómodo, hasta que fue Rafa quien dio
un buen acelerón al que no pude seguir. Sólo Juanra le mantuvo el pulso y poco
a poco nos fueron sacando metros. Yo me quedé en tierra de nadie, puse mi ritmo
diesel y me centré en mi propia subida, en un principio pensé que desfallecería
en cuestión de tiempo y que todos me pasarían como una apisonadora, pero poco a
poco fui encontrando mi ritmo y recuperando unas muy buenas sensaciones que
hacía tiempo no tenía. Así que con ganas fui abriendo hueco y ascendiendo poco
a poco. Oía alguien por detrás que se iba acercando a ritmo, constantes cambios
de piñón y esfuerzo titánico acompañaban una respiración entrecortada y sublime
en el esfuerzo, hasta que casi llegando a nuestro destino, a la altura de los
cruces antes del hotel, veo que es Jesús quien me da alcance. Menudo palizón se
metió, valla calentón, y eso que no iba a darle, según dijo momentos antes de
la subida.
Foto: primeras rampas de Los Molinos |
Foto: comienza la lucha |
Paramos en el parking del hotel para esperar al resto, recuperar
fuerzas, rellenar los bidones y hacer la foto de rigor mientras intentábamos
localizar a los que se habían confundido o distraído de camino. Nunca llegaron,
se fueron por otro sitio, así que tras una larga espera, nos lanzamos a toda
velocidad hacia el desvío de Moralzarzal.
Foto: el Club Arnelas en el hotel Arcipreste |
Qué descenso. 70/75 km/h, a tope, teníamos que recuperar el
tiempo perdido, menuda velocidad. Le voy cogiendo el truco a las bajadas
fuertes siempre y cuando sean largas y rectas como la de Navacerrada. Un poco a rebufo, apretar de vez en cuando, y
sales como un cohete, al más puro estilo Jorge Lorenzo. Bajamos un poco el
ritmo los de cabeza para que fueran entrando de nuevo al grupo los más
rezagados, en el tramo desde la rotonda hacia Moralzarzal. Pasamos la localidad
todos juntos y enfilamos hacia Cerceda donde nos encontramos a Paco y Juanra
que habían salido del hotel antes que el resto y nos estaban esperando.
Foto: descenso a 70 km/h |
Foto: camino de Moralzarzal |
En Cerceda breve parada para rellenar algún bidón, y pater
del grupo decide quedarse a tomar algún refrigerio, los demás nos volvemos a
poner en marcha con Chema abriendo la marcha. Sí correcto, Chema en cabeza
tirando del pelotón para algarabía de muchos, aunque fuera a ritmo suave, hasta
que los componentes de Bicio llegaron hasta nuestra altura, nos pasaron y les cogimos
rebufo hasta Soto para volver a entrar en el carril bici dirección Colmenar.
Foto: Chema comandando el grupo |
Tramo cada vez más peligroso, sobre todo a esas horas cuando
ya todos regresamos o vuelven a los pueblos de la zona. A la altura de Los Melonares,
nos encontramos con la grupeta de Alcobendas, lo que hizo que el grupo aumentara
considerablemente, una nueva serpiente multicolor. Pasado el repecho y ante el
ritmo más pausado de los compañeros de Alcobendas, decidimos adelantarles para
aumentar un poco la marcha y llegar lo antes posible a casa.
Ya en Colmenar, entramos por el cuartel, y a los que nos
quedaban ganas de apretar un poco más, nos dimos un buen calentón de piernas
como fue mi caso, el de Julián y el de Paco. Nos dirigimos a tomarnos una
merecida rica y fresca cervecita, y fue nuestra sorpresa al ver que nos estaba
esperando D. José, que ya estaba de vuelta de su ruta en bici de montaña.
Al final casi otros 90 kms, que sumados a los 90 de la noche
del viernes hacen un total de 180 kms en día y medio. Si le sumo la subida
andando desde el final del telesilla hasta el repetidor de La Bola, con la
familia el sábado, pues eso que tengo las piernas como columnas de Hércules…
La semana que viene intentaremos la subida al Alto de
Monteoliva, por San Agustín de Guadalix, y el regreso por El Cerro, ya lo
contaremos.
Gracias a todos.
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