lunes, 23 de julio de 2012

La de Arnelas (22/7/12)


La ruta de ayer es una de las denominas ruta estrella del calendario. 3 puertos, 2 de primera categoría y 1 de segunda. Morcuera, Navafría y Canencia, la triple corona podríamos denominarla. Pero en el día de ayer decidimos ante  las numerosas bajas en la grupeta, los kilómetros y el cansancio acumulado en las piernas, tras la paliza de la semana pasada, hacer una variante más “light”; llegados a Miraflores cambiar Morcuera por Canencia y subir este puerto por ambas vertientes.

Quedamos muy temprano para afrontar los 125kms de ruta, con la única presencia de Toni, Kiki, nuestro nuevo compañero, D.José y un servidor. También apareció el “boss” Revilla que nos acompañó un rato por el carril bici hasta la entrada  de las instalaciones del Canal. El resto continuamos ruta hacia Soto para ir soltando piernas e ir cogiendo un ritmo agradable, hasta que pasado Soto nos enfrentamos a la primera rampa del día. Previamente una pequeña parada para que D.José ajustara su cambio ya que hoy se trajo hierros de sobra para afrontar todo lo que teníamos que subir. Siempre juntos subimos a bloque la dichosa rampita que te calienta de lo lindo y continuamos ascensión hacia Miraflores.


Buen ritmo, sin forzar mucho, fuimos subiendo las rampas que te llevan al desvío de los puertos, nosotros como dije antes tomamos a nuestra derecha dirección Canencia, despidiéndome así de mi “enemigo” personal, Morcuera y su km 13. Hasta la vista, otro día nos veremos las caras.

Sin tiempo casi de coger aire y fuerzas, apretamos los dientes y subimos por la tremenda cuesta que te lleva hacia el puerto. 600 metros que se agarran de lo lindo y que te exprimen a conciencia. Una vez pasada la dicha cuesta, la pendiente y nuestro pulso se estabilizaron bastante y continuamos ascensión a un ritmo ya mucho más suave, casi nos dejamos llevar hasta la zona donde termina el falso llano y comienza verdaderamente la subida.

Seguimos muy juntos a ritmo, sin excesos, a relevos, tirando por tiempos y a ratos cada uno. No las tenía todas conmigo ayer. Mis sensaciones el día anterior y la paliza de la Marcha Pedro Herrero la semana pasada,  me hacían ir con bastante miedo a sufrir una pájara y quedarme colgado en el otro valle sin posibilidad de vuelta, pero poco a poco fui calentándo los músculos. Mi motor diesel se puso a pleno rendimiento, encontré una cadencia alta de pedaleo que me hacía ir muy cómodo, una mezcla entre Induráin y Contador, el híbrido perfecto, hasta D. José me dijo que me veía muy fuerte,

-          ya  te lo diré arriba, no te creas todo lo que ves-, le dije.

 Con un ritmo muy bueno, seguimos ascendiendo y afrontando la parte más dura de la subida, los últimos 700 metros donde la carretera gira a  izquierdas en una curva de herradura y en pocos metros llegas a la cima. Breve parada para rellenar los bidones y nos lanzamos hacia el Valle del Lozoya.


Lo he dicho muchas veces, y no me cansaré de hacerlo, Canencia es mi puerto favorito (bueno ahora que conozco Navafría, lo he de compartir, pero éste último nos queda un poco lejos) por ambas vertientes. El descenso lo hicimos muy tranquilos, creo que podíamos haber rebajado bastante el tiempo de la marcha en los descensos, pero no teníamos prisa. Toni y Kiki se distanciaron un poco, y yo me quedé con D. José para bajar más "suave”, o más prudentes digamos. Descenso largo sin tráfico, disfrutando del paisaje, del aroma a naturaleza, olor a madera cortada, a frescor, disfrutando del silencio y haciendo lo que más nos gusta, montar en bici.


Llegamos a Canencia donde nos esperaban Toni y Kiki en la fuente de la entrada contemplando la veleta de Perico Delgado que hay en una de las casas junto a dicha fuente. Nos pusimos nuevamente en marcha pasando Canencia hacia la carretera que nos llevaría hasta Lozoya. Nuevamente a ritmo y a relevos, cubrimos los 9kms que separan ambas localidades y llegamos a los pies de un nuevo puerto del que no tenía referencias, más que la altimetría encontrada en internet.


Breve parada para rellenar de nuevo los bidones y coger fuerzas para afrontar la subida. Me ha fascinado esta subida. Es una subida larga, casi 12km, catalogada de 1ª, pero no es dura en absoluto. Tiene un par de repechos como cualquier puerto de nuestra zona, pero con más zonas de descanso y recuperación que cualquier otro.

Foto: cortesía http://www.altimetria.net/

Comenzamos la ascensión todos juntos a ritmo, sin prisas, reservando un punto para la vuelta, admirando las casas en las laderas, e imaginando mi nueva residencia si me tocara el euro millón… Las primeras rampas no son muy duras, entorno al 4-5%, pero una vez llegados a la altura del puente, donde la carretera se pone un poco más dura, sobre el 7-8%, D. José nos da la voz de alarma, - “esperarme arriba que yo subo a mi ritmo”-. Poco descanso ayer y fatiga acumulada. Toni y Kiki se empiezan a distanciar, me dice José que me valla con ellos, que hoy estoy sobrado. Ni por todo el oro del mundo, ni que me regalen la bici de Wiggins en el alto. Con todas las veces que ha tirado de mí y ha ejercido de gregario de lujo. Eso ni se menciona, hay un código no escrito entre los ciclistas, pero sobre todo entre amigos, no se deja al compañero, y mucho menos si como D. José se ha quedado tantas veces a mi lado, hoy me tocaba a mí ser su gregario, todo un honor y una satisfacción.

Foto: subiendo Navafría

Foto: hoy con el maillot del Giro
Ritmo, cadencia, templanza y buen hacer. Nos fueron pasando ciclistas, alguno del Club Colmenar y conocidos de José, nosotros a nuestros quehaceres. Poco a poco fuimos ganando metros, ayudando en todo lo posible, un poco más, venga ya queda menos, otro kilómetro al zurrón, sólo quedan 5…

Así, charlando a ratos, otros en silencio para no gastar fuerzas, pasamos la zona más dura y llegamos a un descanso donde D. José pudo recuperar bastante, la pendiente ya no superaba el 5% y las vistas del Valle del Lozoya te llenaban de energía ante la maravilla de su paisaje. Pasamos una zona de falso llano donde incluso la carretera pica hacia abajo, algunos ciclistas bajando y poco o casi nada de tráfico, únicamente 2 vehículos nos adelantaron en toda la subida. Llegando a los últimos 2 kms más o menos, se nos metió el aire de lateral, justo lo que necesitaba D. José, ya sabéis que el aire para los ciclistas es psicológico, si vas bien parece que no molesta mucho, puedes regularlo mejor, pero cuando vas mal, te parece un viento huracanado de fuerza 5 que te va a quitar las pegatinas de la bici.

Gracias a que toda la subida es entre pinos fue un tramo el que realmente nos afectó, al poco los propios árboles nos servían de parapeto y el correr del viento entre las ramas provocaba un ulular que nos animaba a continuar hacia el alto, donde hicimos cima ya con un rodar más suave y pausado.


Mucha gente en la cima. Me llevé una gran sorpresa de la gran cantidad de ciclistas que había junto a unos cuantos moteros. Gente de Segovia que seguramente estaban preparando la Perico. Un descanso para recuperar, comer algo y como no, las fotos de rigor que registran nuestra subida al Puerto de Navafría.

Foto: campeones en Navafría

Foto: un nuevo CIMA al zurrón

Como seguía soplando un poco el aire, para no quedarnos fríos, decidimos continuar la ruta y descendimos lo ascendido dirección Lozoya. Muy prudentes en la bajada, las numerosas piñas, sobre todo en la parte alta nos hacían ir con mucho tiento para evitar cualquier incidente. Como dijo Kiki, la bajada se nos hizo muy larga y poco a poco fuimos sintiendo el cambio de temperatura según íbamos descendiendo. Nueva parada en Lozoya a rellenar los bidones y emprendimos el regreso dirección Canencia.


Mi mayor temor en esos momentos era el viento que se había levantado y podía reventarnos de regreso, menos mal que una vez bordeado el pantano, nos dio a favor y no nos incordió mucho, eso unido a que el terreno es un poco en descenso nos permitió una pequeña tregua en las piernas. Entramos a relevos hasta Canencia, Toni, Kiki y yo. D. José guardaba fuerzas para la subida, se disculpó un par de veces por ello, pero como le dije, él tiene carta blanca en lo que a tirar del grupo se refiere. Cuántas veces da la cara todos los domingos? Pues los que le conocéis, ya sabéis la respuesta, y los que no, ya os lo digo yo, siempre!!!


Llegamos la desvío de Canencia giramos a la derecha e hicimos a ritmo los 5 kms hasta el pueblo por una carretera en constante ascenso. No pica mucho, pero es un 2% constante que con 90 kms en las piernas se nota. Pasamos Canencia y a la altura del arroyo donde verdaderamente comienza el puerto, repetimos la “estrategia” de Navafría, al más puro estilo Movistar, lanzamos a Toni y a Kiki por delante de carrera y D. José y yo nos quedamos más reservones y a un ritmo más suave controlando el pelotón y a los numerosos ciclistas que ayer se dieron cita por esta zona.


Cómo me gusta esta subida. Es la segunda vez que la hago. La primera vez fue el día del Desafío, pero por aquel entonces venía muy, muy reservón y no la disfruté, ayer fue diferente. Con un ritmo más tranquilo, sabedor del enorme potencial que he ganado desde entonces me fui deleitando a cada tramo que ascendíamos. Sé que D. José lo pasó mal, muy mal, pero como gran amante de este deporte sabe que hay días en los que toca sufrir, ayer le tocó a él, así que hice todo lo posible por llevar un ritmo suave para no gastar mucho. Nos pasaron muchos ciclistas, no importaba, en estas situaciones lo que mandan son las piernas no la cabeza, ya llegaremos, no hay prisa, poco a poco, sufriendo, pero haciendo algo que nos encanta. Somos escaladores, preferimos subir a bajar. Unas veces vamos mejor y otras nos toca apretar los dientes y es lo que nos sucedió ayer. Fuimos ascendiendo, con calor, sudando copiosamente, buscando las sombras; la carretera en perfecto estado ayuda bastante, no tienes que preocuparte en esquivar un bache o cambiar de dirección para evitarlo y gastar así más energías de las necesarias.
Llegamos a la zona de descanso justo antes del último kilometro y la zona de curvas, recuperamos un poco y afrontamos esa parte final. Primera curva a derechas, 8%, nos ponemos de pie, bajo un piñón para no hacer demasiado molinillo, siento las piernas llenas de energía y fuerza, lo malo es que José se descuelga un poco, rápidamente aflojo para que vuelva a coger mi rueda, que no se cebe en llegar hasta mí. Venga ya queda un poco menos. Siguiente curva a izquierdas, otro poquito más. A lo lejos vemos a un ciclista que nos había pasado que echa pie a tierra, nosotros seguimos dando pedales. Venga D. José, 400 metros justo a la altura del cartel que marca el 10% de desnivel, ya casi estamos. Pasamos al susodicho ciclista y apretamos con el último esfuerzo hasta llegar a la fuente donde nos están esperando Toni y Kiki.
Bravo compañero, esto es ciclismo, sufrimiento pero con una enorme recompensa. Se lo noto en la cara, pero aun así me lo corrobora, -cómo he sufrido-, me comenta D. José. No te preocupes el agua milagrosa de la fuente de Canencia cura todos los males, así que rellenamos los bidones, comemos algo y nos vamos que ya se empieza a hacer tarde.


Bajada una vez más prudentes, me engancho a Toni y bajamos en tándem hasta el repechito a mitad de puerto que nos obliga a subir algún piñón y a ponernos de pie para pasarlo lo antes posible. Casi en un suspiro llegamos a Miraflores y continuamos bajando hacia Soto.

Cómo no, la odiosa carretera de Miraflores, subiendo no te enteras, pero bajando te llevas todos los baches, el carbono suena como si se fuera a romper, los coches, por muy pegados que vamos a la derecha, siguen pensando que la carretera es únicamente suya, y el calor empieza a notarse, en fin un suplicio…

D. José se queda un poco rezagado, siempre prudente en las bajadas, aflojo un poco hasta que logra volver a enlazar. Pasamos el odioso tramo de sube y baja, la rotonda de la gasolinera, y la última bajada a Soto donde prácticamente nos dejamos caer sin dar pedales para que las piernas se recuperen un poco. Enlazamos con Toni y Kiki que nos esperaban en el carril bici y continuamos a ritmo suave dirección Colmenar.

Una vez pasado los karts de Soto, se nos mete el viento como siempre, no muy fuerte pero molesto. Aflojamos un poco, le digo a Kiki que no tire mucho antes de Los Melonares, ritmo suave. Un último esfuerzo y llegamos a la zona llana del carril bici. Se terminó, prácticamente la ruta está hecha, sólo hay que dejarse ir hasta Colmenar.

-          Ni un metro de más subo ya, dice D. José entre risas. – Entramos por el CIR a Colmenar que ya está bien por hoy-.

Dicho y hecho, nos desviamos para entrar a Colmenar, Toni se despide de nosotros entrando en el pueblo y los demás continuamos hasta el canto, donde hacemos lo propio y quedamos en vernos la semana que viene. Hoy por mi parte no hay tiempo para cervezas, me esperan para comer y voy tarde.


Al final 125kms en 5:30, una ruta preciosa y unas sensaciones excelentes para como comencé el día.


La semana que viene a la presa de El Atazar. Otra ruta que no conozco.


Ya os contaremos.


Gracias a todos.

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