martes, 17 de julio de 2012

IV Marcha Pedro Herrero (15/7/12)


Esta era una de las marchas que tenía previsto hacer a principios de temporada, desde que la descubrí el año pasado. La cercanía de casa invitaba a ello, sumado al atractivo del perfil y que la ruta era más que conocida, no podía negarme a hacerla. Un puerto de primera como Navacerrada, otro de segunda como Morcuera y uno tercera como Mataelpino para un total de 115kms, no estaba nada mal.

La marcha se dividía en dos grupos, los de rojo o velocidad media-alta, y los de azul velocidad media-baja. Yo como en la mayoría de las pruebas hechas este año, me lo tomé con tranquilidad y con ganas de coger experiencia para otros años, así que me decanté por la media-baja.

Foto: cortesia de la organización
Nos apuntamos 5 componentes del Club Arnelas. Iván y Toni en el grupo rojo y el “boss” Revilla, Salva y yo en el grupo azul. Llegamos pronto a Moralzarzal para evitar los nervios de última hora y para tomarnos los preparativos con más tranquilidad. Puesta apunto de las bicis, pequeños retoques y tras cambiarnos nos dirigimos a la línea de salida. Allí nos encontramos caras conocidas tanto de Colmenar como de otras marchas, y cómo no, el gran Enrique “Fugitive” Sevilla, con el que hablé un rato y nos deseamos suerte para la marcha. Obviamente junto con Borja Chivato estaba en el grupo rojo, los rápidos devoradores de kilómetros.


Foto: los componentes del Club Arnelas.
cotesia http://www.iguanafoto.es/
Foto: salida, comienzo de la marcha
cortesia http://www.iguanafoto.es/
Últimas indicaciones por parte de la organización y salida escalonada, primero los del grupo rojo y al poco el resto de mortales. Me llamó mucho la atención ver muchos dorsales rojos en nuestro grupo. A mi parecer que se lo pensaron dos veces al ver las tremendas máquinas que se gastaban muchos de los corredores. Máquinas que como ya dije en la marcha Francisco Sanz de Alcobendas, a sus dueños se les olvidó comprar el “pack piernas” cuando las adquirieron como se demostró cuando la carretera empezaba a ponerse seria.

La carrera era controlada a excepción de las subidas que eran de tramo libre y cronometrado, así que la organización nos llevó muy juntitos y a un ritmo muy bueno para ir soltando los nervios del comienzo.

Salimos de Moralzarzal dirección Becerril. He de decir que la organización estuvo de maravilla en todos los cruces peligrosos y rotondas. Qué gozada como decía Salva, pasar por las rotondas sin tener que preocuparte del tráfico con la única idea de no quedarte muy atrás cuando el grupo se empieza a estirar. Con un rodar suave íbamos los tres juntitos, el “boss”, Salva y yo charlando e intercambiando opiniones.

Primer repecho hacia Becerril. El grupo se empieza a estirar, muchos empiezan a apretar y a lucir sus flamantes bicis, nosotros optamos por seguir nuestro ritmo, no hay prisa, la carrera es neutralizada hasta el Arcipreste, todo lo que gastes de más ahora lo pagarás en el puerto, me comentaba el “boss”, así que a ritmo terminamos de subir a Becerril y nos dejamos caer hacia Collado Mediano donde la gente nos animaba como si fuésemos corredores profesionales del Tour. Continuamos dirección Los Molinos y aquí fue donde el “boss” y Salva se quedaron a su ritmo al comenzar las primeras rampas. Quedamos en vernos en el puerto y me metí en plena batalla con los primeros porcentajes serios del día.

La subida a Los Molinos no la había hecho nunca y me asustaba un poco. Tras comprobar varios tracks y perfiles sabía que era durilla, así que no me cebé en exceso y con la protección del grupo fuimos rodando a ritmo suave. Es una subida muy bonita, tiene rampas duras del 7-8% pero no son muy largas. La verdad que es una alternativa interesante para subir al Arcipreste.


Pronto comenzaron las primeras bromas en el grupo, -“donde vais tan rápido que hay comida pa´ todos”- ó la típica de -“correr es de cobardes”- aunque la que más gracia me hizo fue –“si por muy bien que subáis me vais a tener que esperar arriba”-.
Poco a poco ante el esfuerzo de la subida esas frases empezaron a decaer y cada uno se concentró en subir de la mejor manera posible. Casi llegando al Arcipreste, nos reagruparon a los que íbamos en cabeza aflojando un poco la marcha, y comenzamos la subida al puerto.

Foto: subiendo hacia Los Molinos


Puerto de Navacerrada.

Algunos salieron escopetados en cuanto dieron vía libre, parecían ansiosos por llegar al avituallamiento. Algunos comentaban que si la subida era muy dura, que no lo habían hecho nunca y si era muy larga. Yo, ante las bajas de mis gregarios de lujo D. José y Juanma (cómo os eché de menos ayer), me uní a un pequeño grupo y comenzamos la ascensión a un ritmo prudente. Poco a poco fuimos devorando kilómetros siempre con la idea de guardar fuerzas para el tramo de El Ventorrillo. El tiempo acompañaba mucho, me acordé de las fotos de la edición del año pasado donde cayó una buena tormenta, pero estábamos de suerte, siempre subiendo en sombra a excepción del último kilometro. La temperatura era fresquita y se agradecía que el sol no apretara tanto.

Aire puro y silencio, roto únicamente por el cambio de alguna bici detrás de mí o por la respiración acompasada en el esfuerzo. Aprovecho que estoy en el tramo “fácil” y decido quitarme las gafas para que no me estorben, no las necesito, no hay sol. Casi no pasan ni coches, creo que los tienen parados en el Arcipreste cabreados porque un grupo de tarados ha decidido montarse en una bici y subir el puerto. Ilusos, no saben la recompensa y la satisfacción personal de llegar a la cima con tu esfuerzo sublime sin necesidad de contaminar el medio ambiente…

Km 10 ó 9 u 8, no sé exactamente cuál es. Sólo sé que mi cuerpo y mi cerebro entran en estado de autoprotección cuando ven el letrero de El Ventorrillo, 1600m de altitud. Moderación, la grupeta en la que iba se ha ido disgregando al igual que he ido pasando a mucha gente que había salido lanzada. Me acuerdo de lo mal que lo pasé la última vez que subimos por aquí, por lo que cabeza fría, tesón y tiempo para superarlo.

Qué bonito es el ciclismo, voy subiendo y me pasan corredores que desfallecen a los pocos metros, les alcanzo y les invito a seguirme. Otras veces paso a alguien y le doy ánimos a seguir en su lenta agonía hacia la cima. Me pasa un señor del C.C. Pueblo Nuevo, le calculo casi 60 años, me digo que ojalá estuviese así a su edad. Perro viejo, se le nota en el rodar, ritmo pausado, vieja escuela, más fuerza que potencia, acompasando cada pedalada con el vaivén de su cuerpo, ciclismo en estado puro, cuántos kms llevará ese hombre en sus finas piernas me pregunto. Seguro que más de una vuelta al mundo. Intento coger su rueda recordando la frase del “Gran Alberto”, pero desisto al poco, he pasado la zona más dura, pero me suben las pulsaciones y esto es muy largo, así que vuelvo a mi ritmo y sin darme cuenta llego a la fuente de los geólogos, ya queda menos.

Sigo ascendiendo con la idea puesta ya en el alto, mucha gente animando, incluso veo al fotógrafo oficial apostado en una curva, así que cara de no estoy sufriendo nada y continuo con mi mejor sonrisa (espero ver que tal he quedado en esa foto). Zona curvas antes de la entrada al cercanías, 1km arriba, la carretera se vuelve a empinar, veo que sale un grupo de mtb´s de un camino a la izquierda, no sé si vienen del tren o han subido hasta aquí en bici. Llego hasta ellos justo a la altura del muro de piedra sobre el que descansa el esqueleto del que fuera albergue juvenil, 9-10% de desnivel otra vez, por un instante pienso en pedirles cambiar mi bici por un triple plato de mtb, pero cuando veo que les paso como una locomotora, me doy cuanta por qué elegí las ruedas finas…

Foto: en plena ascensión
cortesía http://www.iguanafoto.es/
Última curva a derechas, ya se ve la cima. Empiezo a oír saltos de piñones detrás, uno, dos, la gente quiere apretar al final, pues yo no voy a ser menos, piñon del 23 (ya os contaré otro día lo que he descubierto en mi casette, llevo un 13-29, algo ridículo, pero eso es otra historia), me pongo de pie y tocan arrebato, hasta donde pueda, a tope, ya recuperaré en el avituallamiento. Incluso tuve tiempo de sacar unas fotos.

Fotos: coronando Navacerrada

Ya en la zona del aparcamiento, paramos en el avituallamiento donde nos esperaba el grupo rojo. Pues tampoco han ido tan rápidos pienso yo. Como no nos dejaban pasar para no mezclarnos me quedo estirando un rato. Una vez salido el grupo rojo, nos acercamos para disfrutar del ágape y reponer algo de fuerzas. Justo cuando estábamos casi listos para salir llega Salva, no ha podido pasar por encima de la manta de tiempos por un pelo. Al poco llega el “boss” Revilla, viene con la cara desencajada. No continúa, dice que se da media vuelta y nos espera en Moralzarzal. Ha tenido que bajarse de la bici y sus sensaciones no son nada buenas, así que nos insta a que sigamos sin él y se queda recuperando tranquilamente.


Descenso hacia Cotos y Rascafría.


No hacía frío en el ambiente, pero sabía que la bajada se iba a complicar así que me puse unos papeles en el pecho (eché en falta mi chaleco) y me ajusté lo mejor que pude para afrontar el descenso.

Frío, muchísimo frío bajando. Siempre me pasa lo mismo. Por más que intenté ajustarme bien las prendas, no paraba de tiritar y eso que por lo menos los manguitos hacían su trabajo, pero el tramo en sombra hasta Cotos es mortal. Nos dejamos caer, Salva había comido rápidamente y bajamos juntos pero sólo hasta Cotos. Una vez allí sus ansias de libertad y sus ganas de meter plato grande hicieron que ganara velocidad con gran facilidad, le entiendo perfectamente, sus ganas de bajar son equiparables a las mías de subir. Yo más precavido me centré aprovechando que la circulación estaba cortada de bajada, y retenida en la subida, en escapar de las sombras y trazar lo mejor posible sin necesidad de abusar mucho del freno.


Que sensación de libertad, a medida que descendía notaba el aire más cálido y mi tiritona cesó tan rápido como se secaban mis ropas. Pura naturaleza se podía respirar, lástima que no tienes mucho tiempo de admirar el paisaje cuando bajas a 60km/h y tienes que ir pendiente de los compañeros que siempre tienden a trazar por donde uno quiere ir…


Poco a poco fuimos descendiendo hacia Rascafría y entrando a relevos unos cuantos en el falso llano antes de la entrada al pueblo . Todavía me dio tiempo de admirar el monasterio de Santa María de El Paular, que tiene su torre en obras, precioso lugar de descanso.

Tramo adoquinado de Rascafría, me acordé de Juanma y su odio hacia este rústico enlosado. Te hace temblar como un flan, te duelen todos los huesos del cuerpo en especial el coxis, y la bici suena como si se fuera a quebrar en cualquier momento por una horquilla, dando con tus huesos en tan magnífica y ornamental calzada.


Puerto de Morcuera.


Pasado el pueblo, giramos a la derecha para encaminarnos y afrontar la subida a Morcuera. Aprovecho el falso descenso para tomar un gel milagroso y de contactar con Salva justo antes del comienzo de la subida. Me cuenta que se lanzó casi a tumba abierta y que cogió la cabeza de carrera justo antes de entrar en Rascafría, una licencia que se permitió bajando… Comienza la primera rampa y me dice que se queda a su ritmo, sin problemas, nos vemos arriba.


Primeras rampas duras del 6-7%, se empiezan a quedar muchos, no han medido bien el esfuerzo en Navacerrada, yo tampoco quiero forzar, es un puerto largo 14kms y siempre con el amparo del grupo se rueda mejor.


Poco a poco empezamos a subir, a pasar gente y a que nos pasen. Me uno a un grupo de 6 corredores del CC Alcobendas con sus trajes blancos y rojos inconfundibles. Ascendemos entre bromas que poco a poco van cesando, justo en ese momento me doy cuenta que soy el único ciclista de Colmenar, o si hay algún otro no lleva sus colores!!! Zona serpenteante de curvas de herradura, el grupo de Alcobendas afloja el ritmo, llego hasta otro grupo que va detrás de un Rover amarillo con dos chavales en el interior que vienen de juerga de la noche anterior y van camino de Madrid, lo sé porque al llegar a su altura uno de ellos me pregunta si esa carretera va a Madrid, están flipados, se han visto rodeados por una maraña de ciclistas que les pasa por todos los lados, no les queda otra que ir detrás del coche de apoyo de carrera. No os queda nada, pienso. Cuando lleguéis a Madrid revisar el embrague porque lo vais a quemar. 


Decido que es mejor apretar un poco y pasarles a ellos y al coche de apoyo para enlazar con otro grupito de unos 6 corredores, comandados por una fémina (llegué a contar hasta 4 ayer) y su compañero con maillots de la misma marcha pero del año anterior. Poco a poco fuimos ascendiendo y llegamos a la zona más tendida del puerto donde nos pudimos recuperar un poco justo antes del km fuerte, el 21.


Ese kilómetro lo hicimos entre relevos y como cada uno pudo. La chica desfalleció por unos instantes, pero pudo agarrarse a una rueda y continuar. Llegados al km 20 antes de a bajada, fue su compañero quien cedió, pero pudo entrar en los toboganes.


Llegados a los toboganes, yo me dejé ir un poco, nunca he entendido ese afán que tiene la gente de poner el plato en cuanto pica un poco para abajo si previamente venías con la lengua fuera, así que recuperé mis pulsaciones y me enfrenté en solitario al último tramo duro de la subida antes de llegar al refugio de La Morcuera.


Quien haya subido sabrá que normalmente siempre entra un poco de aire de cara en ese espacio abierto. Ayer no fue la excepción, pero he de decir que no era molesto, es más era un aire fresquito que se agradecía un poco. Silencio, mucho silencio, no llevaba a nadie detrás por lo que sólo escuchaba mi respiración y el sonido de mi cadena al rodar, únicamente el croar de las ranas en las charcas me acompañaba en mi ascenso. Incluso llegué a pensar que las vacas que me miraban, pensando qué hará este loco encima de esa cosa rara con ruedas y cuernos tan diferentes a los nuestros, me animaban a seguir en mi esfuerzo. Lo que llega a pensar uno cuando trata de pasar lo antes posible el mal rato, y eso que mi ascenso era bueno, pero así engañaba a mi cabeza. En eso pensaba cuando llegó a mi altura un grupito de 3 corredores, 2 de ellos chico y chica del mismo equipo, que venían apretando a los que me uní sin pensármelo ya que el avituallamiento quedaba muy cerca.

Foto: llegando a Morcuera
cortesia http://www.fotoiguana.es/
Nueva parada para comer y reponer fuerzas. Esta vez los del grupo rojo ya no estaban, así que unos estiramientos, beber, comer y esperar a Salva, que llegó 30 segundos después que quitaran la manta del tiempo, una pena.


Tras el avituallamiento, nos pusimos de nuevo en marcha en un descenso rapidísimo hacia Miraflores, otra vez al igual que en Cotos con el tráfico de bajada cerrado y el de subida retenido a los vehículos. Como siempre Salva me tomó muchos metros de ventaja, que disfrute de la bajada lo que tanto le ha costado subir. No le pude coger hasta pasado Soto.


En el tramo de bajada de Miraflores a Soto, gracias a que llevábamos el tráfico cortado, nos pudimos meter más hacia el centro de la calzada y poder así evitar todos los parches y baches que hay en esa asquerosa carretera. Cómo tiembla la bici cada vez que coges uno de esos baches, piensas no quiero mirar ni las ruedas ni las horquillas por si van rotas. El carbono absorbe las irregularidades como si se fuera a quebrar y lanzarte por lo aires, a eso le sumas que vas a tope para no perder contacto, cada arrancada le sumas más castigo a tu bici, pero que gran batalladora, siempre a tu servicio, cuanto más la puteas, ella más te responde.


Logramos enlazar con cabeza de carrera pasado Soto, rodando a 40km/h, pero este no era el grupo de velocidad media-baja? Pues sí que le dimos tute, llegando a Manzanares, Salva me comenta que no quiere forzar más, que todavía queda subir Las Cabras y lleva un amago de calambre, así que bajamos el ritmo y nos unimos a unos cuantos que ya empezaban a rezagarse. Pasado Manzanares, en la rotonda de los montañeros vemos montonera, la chica y su compañero con los maillots de la anterior marcha de Moralzarzal junto con otros 5 ó 6 ciclistas más están parados, no sabemos si por avería o por caída, para evitar mayores aglomeraciones continuamos ruta y enfilamos por la carretera hacia Cerceda a relevos cortos para no castigar las piernas.


Subida a Mataelpino (Cruz de Tom Simpson).


Esta semana pude escaparme para entrenar la subida, pero claro no llevaba 100kms en las piernas, ni había subido Navacerrada y Morcuera previamente, así que las sensaciones serían diferentes, aun así fue buena idea para ver dónde podía regular.


Salimos a la derecha dirección El Boalo, un primer repechito te da la bienvenida y te pone en alerta, Salva se quedó un poco así que le esperé a que enlazara, me dijo que continuara que él se quedaba a su ritmo, cosa que me negué en rotundo, por lo menos teníamos que pasar el Boalo y salir a la carretera de Mataelpino juntos antes del comienzo de la subida, cosa que hicimos. Pasamos el segundo repecho a derechas al 6%, corto pero durillo y en la rotonda de la cruz me despedí de Salva e inicié el ascenso al último tramo.


La subida está catalogada como de 3ª categoría. Se comienza muy suave, alrededor del 4%, que en situaciones normales puedes subir a plato, pero tras 100kms en las piernas, ese alarde de valentía te lleva a la ruina. Calor, mucho calor a esa hora, las 13.15 más o menos, podías masticar el calor, 37º marcaba mi ordenador, esa sensación que te inunda los pulmones de aire caliente y saboreas el sofoco, unido al sudor que poco a poco te cae de la frente y te emborrona las gafas, así que gafas fuera y concentración.


Muy buena subida, iba con todo, pero fue un acierto ya que gané en cadencia y en ritmo cardíaco, lo acompasé con el balanceo propio de un profesional, imitando al mejor Contador, Perico o Valverde y poco a poco fui recogiendo cadáveres en su lenta agonía hacia la cima.


La zona más dura, justo a la altura del cementerio y de escasos 50 metros la hice sin aplicar más fuerza de la debida y eso que llevaba un corredor justo delante de mí vigilándome por si le atacaba, no te preocupes lo haré más adelante, me guardo un último cartucho, pensé.


Giro a la izquierda 20 metros para recuperar y nuevo giro a derechas para afrontar los últimos 300/400 metros. Una primera subida ciega a izquierdas para continuar a derechas y el cambio de rasante final. Lo tengo estudiado como si fuese mi casa. Junto a mi nuevo compañero alcanzamos a otro ciclista justo cuando empezaba la rampa dura al 7%, le dejamos atrás rápidamente y he de decir que sin miramientos, lo siento a esas alturas de carrera y a escasos metros de terminar, ya no hay amigos, mi compañero que no para de vigilarme se da cuenta que mi ritmo de cadencia es superior al suyo y trata de seguirme, lleva menos “hierro” que yo y se siente débil, se lo veo por cómo se retuerce sobre la bici, yo a mi estilo Induráin sentado y sin ponerme nervioso, pero mi fondo templario sale a relucir y le dejo que coja rueda, sobre todo cuando me dice que lleva la pierna derecha acalambrada, así que coronamos juntos y de hecho llegué a frenar para que pasara antes que yo por la manta del crono.


Continuamos ruta, pasando por delante de la Cruz conmemorativa a Tom Simpson, puesta allí y por los Fugitive en honor al gran ciclista inglés del que se cumplen 45 años de su fallecimiento en las rampas del Mount Ventoux en pleno Tour de Francia, el 13 de julio de 1967, breve reverencia a Tom, plato grande y descenso rapidísimo hacia Moralzarzal para terminar que ya va siendo hora. 

A mi nuevo compañero y a mí se nos une un tercero y a relevos nos lanzamos por la larga recta de bajada hacia Cerceda, prácticamente no es necesario dar pedales, el rebufo y el terreno hacen el trabajo. Justo cuando llegamos a la rotonda del Gigante nos encontramos a parte de la organización que tenía retenidos a un grupo de ciclistas. Nos dicen que esperemos al resto y que así entramos todos juntos. 15 minutos esperando a pleno sol, -“ya nos vamos, ya nos vamos”-, -“vienen unos cuantos más y nos vamos”-, pero nunca nos íbamos, así que harto de esperar y haciendo algo de lo que no me siento orgulloso, pero que hice por necesidad dadas las horas que eran (me esperaba la familia en casa para ir a comer), decido arrancar sin mirar atrás.


Qué recta más larga, no se acababa nunca, al poco me alcanza una moto de la organización y me pregunta que si no es posible que pare y espere a mis compañeros, a lo que le respondo que lo siento en el alma pero que no me es posible, cosa que acepta y me acompaña hasta Moralzarzal. Reviví las mismas sensaciones que cuando terminé el Desafío con la moto de la Guardia Civil, pero esta vez sin sirenas. A lo lejos veía a otro compañero que pasó de largo cuando nos pararon, luego supe que no era de la carrera ya que no llevaba dorsal, tenía que alcanzarle, no quedaba otra.


Le fui ganando metros, las rotondas me ayudaban bastante a darle alcance pero nunca parecía que llegase a su altura, también la moto hacía su trabajo parando el tráfico. 50 metros, 45 metros, un poco más, los cuádriceps van a reventar, 35 metros, joder por qué no deja de dar pedales y le alcanzo, 30 metros, estoy por gritarle que pare, que soy el líder de su equipo y me debe un respeto, que es mi gregario, como hace Wiggins con Froome, el líder es el líder... 25 metros, en cualquier momento mis piernas se van a colapsar, “más madera” oigo a Groucho Marx en mi cabeza, mis piernas son como una locomotora, 20 metros, pues te voy a coger, aunque reviente, al pulsómetro hace tiempo que ya no le hago caso, no para de pitar, no sé si para animarme ó para avisarme que rebasaba por mucho el límite de velocidad, 15 metros tramo adoquinado, me queda muy poco para el final, 10 metros, “no pierdas nunca la rueda” se oye en mi cabeza, joder ahora no Alberto, no te metas tú también por medio, 5 metros, ya casi puedo olerte, parezco un tiburón al acecho, un poco más………………….. ZAAAAASSSS!!!!!! Gotcha (got you) que dicen los ingleses, te pillé!!! Justo cuando giraba a izquierdas para enfilar hacia la entrada a la plaza de toros, al más puro estilo Lorenzo le cojo el rebufo y le paso en la recta, él sigue de frente y entro en la plaza con los vítores y aplausos de la gente. Qué sensación, trato de dedicarles mi mejor sonrisa para darles las gracias por aplaudir a un tipo montado en una bicicleta junto a otro montón de desconocidos.

Foto: final de la marcha
cortesia http://www.fotoiguana.es/
Qué gran día de bici, muy buenas sensaciones aunque se me hizo más dura de lo esperado, seguramente por el calor final, pero aun así una gran experiencia que seguro repetiré ya que a mi parecer es una de las mejores marchas que he hecho.


Una vez más decir que la organización estuvo fantástica, todo muy bien cuidado y organizado. Lástima que no pudiera disfrutar de la barbacoa, los olores que inundaban la plaza de toros eran de auténtico manjar.


Al final 114kms, con un ascenso acumulado de 1.965 metros, casi 25km/h y 3.665 calorías quemadas.


Ya dentro de la plaza me encontré a los compis del grupo rojo, Iván y Toni que estaban con el “boss”, no tuve tiempo para quedarme a comer un poco con ellos ya que como he dicho me esperaba la familia.


Si tuve un momento para saludar a Enrique Sevilla que estaba allí con su familia, le comenté que seguro llevaban allí ya mucho rato, a lo que me dijo entre bromas que no, que 10 minutos más o menos, qué bueno campeón!!! Espero coincidir por los caminos del pacá-payá con vosotros.


La próxima semana la ruta de Arnelas, 135kms con las subidas a Morcuera, Navafría y Canencia, tremendo tute, la triple corona… Ya os lo contaré.


Gracias a todos.


Un saludo.  


1 comentario:

  1. Interesante, amena y divertida. He revivido los momentos pasados.

    Un saludo, Salva

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