lunes, 29 de abril de 2013

Puerto de Navacerrada y El Cerro (21/4/13)


Nueva salida con los compañeros del Club Arnelas. Como la ruta era larga, nos citamos a una hora temprana, las 8:30. Muchos compañeros se nos unieron  para subir a Navacerrada ya que la ruta oficial era ir únicamente hasta La Barranca.

El día amanecía con un sol radiante, pero se notaba el fresquito en el ambiente, por lo que en el puerto se haría notar. Aun así unos cuantos valientes decidieron salir de corto, se equivocaron como posteriormente me comento el maestro, en el puerto el termómetro marcaba 7 grados, pero de camino a Cotos, en sombra y con la nieve todavía acumulada en los arcenes, la sensación térmica era mucho menor.

Coincidimos con los compañeros de la sección de montaña que se enfrentaban a la marcha mtb que organizaba el Club Colmenar. Tras saludarles y desearles lo mejor, emprendimos ruta hacia el puerto.

Como siempre utilizamos el carril bici para ir poniendo las piernas a tono e ir cogiendo un poco el ritmo. Llegamos a Soto y nos dirigimos hacia Cerceda a un ritmo tranquilo, de hecho hubo tramos en los que íbamos muy, muy despacito, parecía que daba miedo afrontar la subida. Con los asiduos en cabeza marcando el ritmo, fuimos en franca progresión hasta alcanzar un ritmo más alegre y apropiado. Pasamos Manzanares y el repecho de los montañeros pareció ser el pistoletazo de salida oficial a la ruta.


Foto: con el grupo detrás.
 

Aprovechando el descenso, ya cogimos un ritmo mucho mayor sin llegar a ser rapidísimo. Con Ramón, Paco, Chema, Iván, Javier y Salva en cabeza dándose relevos continuos, llegamos a Cerceda y enfilamos por la carretera que nos llevaría hasta el puerto.



Paco, Chema, el cuñado de Salva, Toño, y yo nos quedamos rezagados pasado Cerceda, soltando lastre innecesario para la subida. Los demás continuaron más despacio hasta darnos lugar a entrar nuevamente con el resto. Una vez todos reagrupados nuevamente, comenzamos la ascensión propiamente dicha.


Foto: mucho frío...
 

Los primeros kilómetros se hacen suaves. La larga recta que te lleva hasta la rotonda de Becerril te sirve para ir buscando el ritmo más acorde que te acompañe durante la larga subida. Poco a poco fuimos ganando kilómetros y absorbimos a Salva que había tomado unos metros de ventaja justo antes de llegar a la rotonda. Continuamos subiendo y ya nos empezamos a enfrentar a rampas más duras. Nuestro siguiente objetivo la rotonda de Navacerrada.


Foto: empieza la subida.
 

Tras los primeros metros el grupo se empieza a fragmentar. No recuerdo muy bien quién venía por detrás pero a los que veía eran Iván, Javi, Toni, Julián el amigo de Juan y yo. El maestro se había adelantado al grupo, supongo que para probarse, y de hecho abrió un gran hueco que no logramos neutralizar hasta pasada la rotonda de Navacerrada con su mole granítica suspendida.

En este punto, nuestro siguiente objetivo el hotel Arcipreste y el posterior desvío hacia la propia carretera de subida al puerto. Ahora si recuerdo que Paco y Chema estaban en este grupo al igual que Ramón y Juan. Ya metidos en la propia subida al puerto, empezamos a coger ritmo de ascensión. Por delante se fueron Iván y Javier. En un grupo reducido nos quedamos el maestro D. José, Toni, Julián y yo.

Tremenda la subida de D. José. Siempre en cabeza y marcando el ritmo, gran desgaste el suyo, cómo se nota que está muy fuerte. También Julián ayudó lo suyo en varios tramos, yo por mi parte empecé muy mal desde abajo y sufrí durante toda la subida, creo que al igual que Toni. Los primeros kilómetros se gestionan relativamente bien, incluso el tramo del Ventorrillo con su dura curva a derechas no fue de gran desgaste, pero según se van ganando metros al puerto, se van perdiendo sensaciones, fuerzas y se gana en pendiente y esfuerzo.

Tuve que echar mano el 29 para no forzar en exceso las piernas. En los pocos tramos que la pendiente parecía rebajar 1 o casi ningún grado, más bien era una ilusión óptica, traté de bajar al 27 para adecuarme al ritmo que llevaban los demás. Seguía sufriendo a medida que ganábamos metros en la ascensión. Los nuevos carteles que te avisan de cuanto te queda para llegar a puerto con su correspondiente porcentaje, eran más que una ayuda, testigos avisadores del calvario al que estaba sometido.

Seguimos subiendo. Algún loco imprudente casi se da de bruces con la Guardia Civil por no esperar 5 segundos  en adelantarnos. Iván y Javier siguen por delante y nosotros continuamos a nuestro ritmo con el maestro siempre en cabeza. Poco antes de la fuente de los geólogos, divisamos colores conocidos. Eran los Antonios, Revilla y Castro que se habían adelantado en la salida que se habían parado por un pinchazo. Nos animaron a que continuásemos, que no necesitaban ayuda. Seguimos su consejo con alivio ya que si llego a echar pie a tierra hubiese sido incapaz de volver a arrancar.

A tres kilómetros a puerto, Toni empieza a ceder. Trato de animarle con un “vamos”, pero va perdiendo contacto poco a poco. Mi cabeza empieza a darme señales de aviso y es que “el muro” se encuentra cada vez más cerca.  Al fondo Iván y Javier ya no nos sacan tanto y se les ve perfectamente. Esta vez es Julián quien empieza a dar síntomas de fatiga y empieza a descolgarse. Toni por su parte vuelve a contactar con nosotros y es que el maestro, consciente de que vamos un poco justos ya, afloja un poco el ritmo. Toni logra entrar de nuevo momentos antes de llegar a la curva del muro.

“El muro”, como denomino yo a la curva de izquierdas que queda a 500 metros del alto. No puedo más. Trato de ponerme de pie para aliviar un poco las piernas, pero con tanta cadencia parece que voy saltando en el aire. Me vuelvo a sentar. El maestro y Toni se distancian unos 4-5 metros, no puede ser, ahora no, no me pienso rendir. Aprieto los dientes, el manillar y tiro de riñones. Las piernas me abrasan pero tengo que llegar a ellos, con mucho sufrimiento y logro acercarme muy poco a poco, lo bueno es que lo duro ya ha pasado y salido dela curva que ya te enfila hacia el alto.

Aquí sucede algo muy raro. D. José mira para atrás sabedor que me había descolgado un poco y buscarme como referencia, 6 metros me sacaban. Afloja un pelín ya que casi me podía oír resoplar en mi esfuerzo para que entrásemos todos juntos. En ese momento veo que Toni con una cadencia casi desbocada lanza una especie de sprint y pasa a D. José en pos de la cima. Éste último se queda entre perplejo, sorprendido y anonadado, aunque tras pensárselo media décima de segundo, mete mano a su cambio electrónico, baja no sé cuántos piñones y se lanza tras Toni, dándole alcance y pasándole antes de llegar a la cima. Yo por mi parte aunque también apreté todo lo que pude al final, decidí abstraerme de esa guerra.

Con posterioridad ambos compañeros se arreglaron en privado ante el porqué de dicho ataque.

Parada en el parking para esperar al resto que fueron llegando con cuenta gotas. Yo aproveché para rodar un poco e ir soltando las piernas que las tenía totalmente agarrotadas. Una vez todos juntos a excepción de Salva, que nos dijo que no le esperásemos, nos pusimos a rodar en dirección a Cotos.


Foto: sol, pero mucho frío en el puerto.
 

Mucho frío y con el cuerpo empapado de la subida era peor. Los de corto se acodarán de no volver a subir así cuando aún hay restos de nieve en el alto, y es que todavía quedan grandes cantidades de nieve en las alturas. Me puse en cabeza a tirar del grupo con Paco detrás. En fila de a uno fuimos dejándonos caer prácticamente hacia Cotos a una buena velocidad sin llegar en ningún momento a ir a tope. Casi cuando llegábamos a Cotos, Ramón aprovecho para pasar a posiciones de cabeza y nos dijo de continuar hasta Valdeski, como así hicimos. 5 kms más de ida y vuelta.
Foto: con Paco y Chema.


Foto: el Club Arnelas en Cotos.

 

De regreso, parada en Cotos para inmortalizar el momento, rellenar bidones y comer un poco antes de emprender el camino de regreso hacia Navacerrada. Llegados a este punto, chubasqueros, guantes y todo lo que hiciese falta para lanzarnos a gran velocidad que con el frío te dejaba los dedos entumecidos. Menudas velocidades cogían los locos de los descensos, cómo les gusta bajar, y me alegro que se den ese gustazo, si sufren subiendo, que lo disfruten bajando. Yo por mi parte con mucho miedo ya que con el aire que soplaba y la gran velocidad, llegué a ver 71 km/h en el contador, había tramos que la bici parecía ingobernable, temblaba cada vez que apretaba los frenos como si fuese un miura… Al final de la bajada, paramos en la Posada Real para hacer reagrupamiento. Con todos juntitos, nos dirigimos hacia Cerceda a buen ritmo ya que la carretera en constante bajada, invita a ello. Yo aproveché el momento para seguir alimentándome ya que todavía nos quedaba el llano hasta Soto y luego el Cerro.


Foto: de vuelta de Cotos, todavía con nieve...
 

Llegados a Cerceda, tomamos a la izquierda para dirigirnos a Manzanares y Soto. Los de cabeza, siempre generosos en el esfuerzo, nos llevaron a un buen ritmo hasta Soto. Una vez allí la gran mayoría decidió dar por concluida la ruta y regresar a Colmenar, por el contrario los que preparamos la QH, decidimos rematar con la subida al Cerro.

Pasamos Soto y afrontamos nuevamente la subida a Los Rancajales. Parecía que llevábamos prisa ya que cuando llegamos arriba en un abrir y cerrar de ojos, el contador marcaba 25 km/h, creo que no lo había subido tan rápido nunca. Descenso también muy rápido, aunque sin forzar mucho ya que prácticamente nos dejamos caer. Cruzamos el pueblo de Guadalix y paramos en la fuente a rellenar los bidones y esperar a Salva que llegó a los pocos minutos.




Fotos: comienza la subida al Cerro.
 

Afrontamos la subida todos juntos en un inicio. Al poco fue Javier quien decidió probar y arrancó en solitario, cuando las rampas empezaron a ser un poco más duras. Los demás seguimos a ritmo y todos juntos hasta que se empezó a abrir un pequeño hueco. El maestro me dijo que me metiera en la pelea, que él se quedaba con Ramón a un ritmo más tranquilo ya que habían salido el día anterior. Así junto con Paco, Toni, Chema y Toño fuimos ganando metros. Seguí con la idea de ir a plato hasta donde pudiera, lo que así hice. Continuamos subiendo kilómetros hasta que llegamos al falso llano, momento donde aprovechamos para recuperar un poco antes de afrontar el duro tramo final.


Foto: Juan y su amigo Julián.
 

Salidos de la curva empezamos a tomar posiciones. En un principio me fui unos metros en cabeza hasta llegar a la curva de izquierdas donde la pendiente se hace más dura, traté de seguir con todo, pero las piernas me empezaban a fallar tras la dura subida a Navacerrada. En esto llegó Paco y me pasó como una moto, traté de seguirle pero se me hizo imposible. Miré un poco para atrás y llevaba a Toni a corta distancia. Coronamos juntos, en el momento que Paco se daba la vuelta para bajar en busca de Salva. No le volvimos a ver ya que si llegó hasta Salva y subió con él y Toño, le iba a caer una autentica minutada.

Junto con Toni nos dejamos caer recuperando pulsaciones y soltando las piernas. Afrontamos el Cerrillo y nos encontramos con Javier al que pasamos como locomotoras terminado el dicho repecho, creo que pagó caro su esfuerzo ya que se le veía bastante tocado. Paramos en el stop de Los Rancajales y yo me di un atracón final, haciendo una serie de fuerza subiendo hacia las antenas. Creía que les llevábamos más ventaja al resto, de ahí lo de hacer la serie, pero justo cuando daba la vuelta, alguien me gritó que ya se iban todos. Me lancé como un poseso en persecución de los demás. No sabía muy bien quien quedaba por detrás hasta que el grueso del grupo llegó a la zona de juegos que hay en Remedios y pude ver que estaban todos.

El repecho jugó a mi favor esta vez. Venía encendido y como un poseso. El pulsómetro no paraba de chillar y pitar, pero no aflojé. Vi perfectamente como empezaban a aminorar la marcha subiendo el repecho, yo por mi parte con la cadencia e impulso que traía, me bastaron un par de pedaladas para sobrepasarlo y seguir con mi persecución.

Les pasé justo a la altura de la base de helicópteros aprovechando la caída del terreno. Parecía que iba en moto, creo que incluso se asustaron de verme pasar a  esa velocidad. Incluso me dio tiempo a oír blasfemar a Chema por mi osadía. Aflojé un poco ya que estaba totalmente muerto y desde ahí me dejé caer junto al grupo hasta llegar  a Colmenar.


Foto: un gran día de bici.
 

Buenísimo día de bici. Al final 125 kms con muy buenos amigos y un gran dolor de piernas. La semana que viene El Atazar, lo que sea aquí lo contaremos.

Gracias a todos.

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