Nueva salida con los compañeros
del Club Arnelas. Como la ruta era larga, nos citamos a una hora temprana, las
8:30. Muchos compañeros se nos unieron
para subir a Navacerrada ya que la ruta oficial era ir únicamente hasta
La Barranca.
El día amanecía con un sol
radiante, pero se notaba el fresquito en el ambiente, por lo que en el puerto
se haría notar. Aun así unos cuantos valientes decidieron salir de corto, se
equivocaron como posteriormente me comento el maestro, en el puerto el
termómetro marcaba 7 grados, pero de camino a Cotos, en sombra y con la nieve
todavía acumulada en los arcenes, la sensación térmica era mucho menor.
Coincidimos con los compañeros de
la sección de montaña que se enfrentaban a la marcha mtb que organizaba el Club
Colmenar. Tras saludarles y desearles lo mejor, emprendimos ruta hacia el
puerto.
Como siempre utilizamos el carril
bici para ir poniendo las piernas a tono e ir cogiendo un poco el ritmo.
Llegamos a Soto y nos dirigimos hacia Cerceda a un ritmo tranquilo, de hecho
hubo tramos en los que íbamos muy, muy despacito, parecía que daba miedo
afrontar la subida. Con los asiduos en cabeza marcando el ritmo, fuimos en
franca progresión hasta alcanzar un ritmo más alegre y apropiado. Pasamos Manzanares
y el repecho de los montañeros pareció ser el pistoletazo de salida oficial a
la ruta.
Foto: con el grupo detrás. |
Aprovechando el descenso, ya
cogimos un ritmo mucho mayor sin llegar a ser rapidísimo. Con Ramón, Paco,
Chema, Iván, Javier y Salva en cabeza dándose relevos continuos, llegamos a
Cerceda y enfilamos por la carretera que nos llevaría hasta el puerto.
Paco, Chema, el cuñado de Salva,
Toño, y yo nos quedamos rezagados pasado Cerceda, soltando lastre innecesario
para la subida. Los demás continuaron más despacio hasta darnos lugar a entrar
nuevamente con el resto. Una vez todos reagrupados nuevamente, comenzamos la
ascensión propiamente dicha.
Foto: mucho frío... |
Los primeros kilómetros se hacen
suaves. La larga recta que te lleva hasta la rotonda de Becerril te sirve para
ir buscando el ritmo más acorde que te acompañe durante la larga subida. Poco a
poco fuimos ganando kilómetros y absorbimos a Salva que había tomado unos
metros de ventaja justo antes de llegar a la rotonda. Continuamos subiendo y ya
nos empezamos a enfrentar a rampas más duras. Nuestro siguiente objetivo la
rotonda de Navacerrada.
Foto: empieza la subida. |
Tras los primeros metros el grupo
se empieza a fragmentar. No recuerdo muy bien quién venía por detrás pero a los
que veía eran Iván, Javi, Toni, Julián el amigo de Juan y yo. El maestro se había
adelantado al grupo, supongo que para probarse, y de hecho abrió un gran hueco
que no logramos neutralizar hasta pasada la rotonda de Navacerrada con su mole
granítica suspendida.
En este punto, nuestro siguiente
objetivo el hotel Arcipreste y el posterior desvío hacia la propia carretera de
subida al puerto. Ahora si recuerdo que Paco y Chema estaban en este grupo al
igual que Ramón y Juan. Ya metidos en la propia subida al puerto, empezamos a
coger ritmo de ascensión. Por delante se fueron Iván y Javier. En un grupo
reducido nos quedamos el maestro D. José, Toni, Julián y yo.
Tremenda la subida de D. José.
Siempre en cabeza y marcando el ritmo, gran desgaste el suyo, cómo se nota que
está muy fuerte. También Julián ayudó lo suyo en varios tramos, yo por mi parte
empecé muy mal desde abajo y sufrí durante toda la subida, creo que al igual
que Toni. Los primeros kilómetros se gestionan relativamente bien, incluso el
tramo del Ventorrillo con su dura curva a derechas no fue de gran desgaste,
pero según se van ganando metros al puerto, se van perdiendo sensaciones,
fuerzas y se gana en pendiente y esfuerzo.
Tuve que echar mano el 29 para no
forzar en exceso las piernas. En los pocos tramos que la pendiente parecía
rebajar 1 o casi ningún grado, más bien era una ilusión óptica, traté de bajar
al 27 para adecuarme al ritmo que llevaban los demás. Seguía sufriendo a medida
que ganábamos metros en la ascensión. Los nuevos carteles que te avisan de
cuanto te queda para llegar a puerto con su correspondiente porcentaje, eran
más que una ayuda, testigos avisadores del calvario al que estaba sometido.
Seguimos subiendo. Algún loco
imprudente casi se da de bruces con la Guardia Civil por no esperar 5
segundos en adelantarnos. Iván y Javier
siguen por delante y nosotros continuamos a nuestro ritmo con el maestro
siempre en cabeza. Poco antes de la fuente de los geólogos, divisamos colores
conocidos. Eran los Antonios, Revilla y Castro que se habían adelantado en la
salida que se habían parado por un pinchazo. Nos animaron a que continuásemos,
que no necesitaban ayuda. Seguimos su consejo con alivio ya que si llego a
echar pie a tierra hubiese sido incapaz de volver a arrancar.
A tres kilómetros a puerto, Toni
empieza a ceder. Trato de animarle con un “vamos”, pero va perdiendo contacto
poco a poco. Mi cabeza empieza a darme señales de aviso y es que “el muro” se
encuentra cada vez más cerca. Al fondo
Iván y Javier ya no nos sacan tanto y se les ve perfectamente. Esta vez es
Julián quien empieza a dar síntomas de fatiga y empieza a descolgarse. Toni por
su parte vuelve a contactar con nosotros y es que el maestro, consciente de que
vamos un poco justos ya, afloja un poco el ritmo. Toni logra entrar de nuevo
momentos antes de llegar a la curva del muro.
“El muro”, como denomino yo a la
curva de izquierdas que queda a 500 metros del alto. No puedo más. Trato de
ponerme de pie para aliviar un poco las piernas, pero con tanta cadencia parece
que voy saltando en el aire. Me vuelvo a sentar. El maestro y Toni se
distancian unos 4-5 metros, no puede ser, ahora no, no me pienso rendir.
Aprieto los dientes, el manillar y tiro de riñones. Las piernas me abrasan pero
tengo que llegar a ellos, con mucho sufrimiento y logro acercarme muy poco a
poco, lo bueno es que lo duro ya ha pasado y salido dela curva que ya te enfila
hacia el alto.
Aquí sucede algo muy raro. D.
José mira para atrás sabedor que me había descolgado un poco y buscarme como
referencia, 6 metros me sacaban. Afloja un pelín ya que casi me podía oír
resoplar en mi esfuerzo para que entrásemos todos juntos. En ese momento veo
que Toni con una cadencia casi desbocada lanza una especie de sprint y pasa a
D. José en pos de la cima. Éste último se queda entre perplejo, sorprendido y
anonadado, aunque tras pensárselo media décima de segundo, mete mano a su
cambio electrónico, baja no sé cuántos piñones y se lanza tras Toni, dándole
alcance y pasándole antes de llegar a la cima. Yo por mi parte aunque también
apreté todo lo que pude al final, decidí abstraerme de esa guerra.
Con posterioridad ambos compañeros
se arreglaron en privado ante el porqué de dicho ataque.
Parada en el parking para esperar
al resto que fueron llegando con cuenta gotas. Yo aproveché para rodar un poco
e ir soltando las piernas que las tenía totalmente agarrotadas. Una vez todos
juntos a excepción de Salva, que nos dijo que no le esperásemos, nos pusimos a
rodar en dirección a Cotos.
Foto: sol, pero mucho frío en el puerto. |
Mucho frío y con el cuerpo
empapado de la subida era peor. Los de corto se acodarán de no volver a subir
así cuando aún hay restos de nieve en el alto, y es que todavía quedan grandes
cantidades de nieve en las alturas. Me puse en cabeza a tirar del grupo con
Paco detrás. En fila de a uno fuimos dejándonos caer prácticamente hacia Cotos
a una buena velocidad sin llegar en ningún momento a ir a tope. Casi cuando
llegábamos a Cotos, Ramón aprovecho para pasar a posiciones de cabeza y nos
dijo de continuar hasta Valdeski, como así hicimos. 5 kms más de ida y vuelta.
Foto: con Paco y Chema. |
Foto: el Club Arnelas en Cotos. |
De regreso, parada en Cotos para
inmortalizar el momento, rellenar bidones y comer un poco antes de emprender el
camino de regreso hacia Navacerrada. Llegados a este punto, chubasqueros,
guantes y todo lo que hiciese falta para lanzarnos a gran velocidad que con el
frío te dejaba los dedos entumecidos. Menudas velocidades cogían los locos de
los descensos, cómo les gusta bajar, y me alegro que se den ese gustazo, si
sufren subiendo, que lo disfruten bajando. Yo por mi parte con mucho miedo ya
que con el aire que soplaba y la gran velocidad, llegué a ver 71 km/h en el
contador, había tramos que la bici parecía ingobernable, temblaba cada vez que
apretaba los frenos como si fuese un miura… Al final de la bajada, paramos en
la Posada Real para hacer reagrupamiento. Con todos juntitos, nos dirigimos hacia
Cerceda a buen ritmo ya que la carretera en constante bajada, invita a ello. Yo
aproveché el momento para seguir alimentándome ya que todavía nos quedaba el
llano hasta Soto y luego el Cerro.
Foto: de vuelta de Cotos, todavía con nieve... |
Llegados a Cerceda, tomamos a la
izquierda para dirigirnos a Manzanares y Soto. Los de cabeza, siempre generosos
en el esfuerzo, nos llevaron a un buen ritmo hasta Soto. Una vez allí la gran mayoría
decidió dar por concluida la ruta y regresar a Colmenar, por el contrario los
que preparamos la QH, decidimos rematar con la subida al Cerro.
Pasamos Soto y afrontamos
nuevamente la subida a Los Rancajales. Parecía que llevábamos prisa ya que
cuando llegamos arriba en un abrir y cerrar de ojos, el contador marcaba 25
km/h, creo que no lo había subido tan rápido nunca. Descenso también muy rápido,
aunque sin forzar mucho ya que prácticamente nos dejamos caer. Cruzamos el
pueblo de Guadalix y paramos en la fuente a rellenar los bidones y esperar a
Salva que llegó a los pocos minutos.
Fotos: comienza la subida al Cerro. |
Afrontamos la subida todos juntos
en un inicio. Al poco fue Javier quien decidió probar y arrancó en solitario,
cuando las rampas empezaron a ser un poco más duras. Los demás seguimos a ritmo
y todos juntos hasta que se empezó a abrir un pequeño hueco. El maestro me dijo
que me metiera en la pelea, que él se quedaba con Ramón a un ritmo más
tranquilo ya que habían salido el día anterior. Así junto con Paco, Toni, Chema
y Toño fuimos ganando metros. Seguí con la idea de ir a plato hasta donde
pudiera, lo que así hice. Continuamos subiendo kilómetros hasta que llegamos al
falso llano, momento donde aprovechamos para recuperar un poco antes de
afrontar el duro tramo final.
Foto: Juan y su amigo Julián. |
Salidos de la curva empezamos a
tomar posiciones. En un principio me fui unos metros en cabeza hasta llegar a
la curva de izquierdas donde la pendiente se hace más dura, traté de seguir con
todo, pero las piernas me empezaban a fallar tras la dura subida a Navacerrada.
En esto llegó Paco y me pasó como una moto, traté de seguirle pero se me hizo
imposible. Miré un poco para atrás y llevaba a Toni a corta distancia.
Coronamos juntos, en el momento que Paco se daba la vuelta para bajar en busca
de Salva. No le volvimos a ver ya que si llegó hasta Salva y subió con él y
Toño, le iba a caer una autentica minutada.
Junto con Toni nos dejamos caer
recuperando pulsaciones y soltando las piernas. Afrontamos el Cerrillo y nos
encontramos con Javier al que pasamos como locomotoras terminado el dicho
repecho, creo que pagó caro su esfuerzo ya que se le veía bastante tocado.
Paramos en el stop de Los Rancajales y yo me di un atracón final, haciendo una
serie de fuerza subiendo hacia las antenas. Creía que les llevábamos más
ventaja al resto, de ahí lo de hacer la serie, pero justo cuando daba la
vuelta, alguien me gritó que ya se iban todos. Me lancé como un poseso en
persecución de los demás. No sabía muy bien quien quedaba por detrás hasta que
el grueso del grupo llegó a la zona de juegos que hay en Remedios y pude ver que
estaban todos.
El repecho jugó a mi favor esta
vez. Venía encendido y como un poseso. El pulsómetro no paraba de chillar y
pitar, pero no aflojé. Vi perfectamente como empezaban a aminorar la marcha
subiendo el repecho, yo por mi parte con la cadencia e impulso que traía, me
bastaron un par de pedaladas para sobrepasarlo y seguir con mi persecución.
Les pasé justo a la altura de la
base de helicópteros aprovechando la caída del terreno. Parecía que iba en
moto, creo que incluso se asustaron de verme pasar a esa velocidad. Incluso me dio tiempo a oír blasfemar
a Chema por mi osadía. Aflojé un poco ya que estaba totalmente muerto y desde ahí
me dejé caer junto al grupo hasta llegar
a Colmenar.
Foto: un gran día de bici. |
Buenísimo día de bici. Al final
125 kms con muy buenos amigos y un gran dolor de piernas. La semana que viene
El Atazar, lo que sea aquí lo contaremos.
Gracias a todos.
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