viernes, 19 de abril de 2013

La Trampa y El Cerro (14/4/13)


Una nueva salida con los compañeros del Club Arnelas. Esta vez tocaba una de mis subidas favoritas, La Trampa, la que como su nombre indica nos tendió una trampa que no nos esperábamos…

Quedamos pronto para aprovechar el magnífico día que nos esperaba, más tarde nos dimos cuenta que la ropa de invierno nos iba a sobrar en su mayoría. Tras los saludos de rigor, nos pusimos en marcha como siempre por el carril bici hacia Soto para ir soltando piernas e ir cogiendo el ritmo. No me encontraba a gusto, no controlaba el pulso y las piernas las notaba muy duras, pese  que es un tramo prácticamente de bajada, me notaba acelerado.

Llegamos a Soto y tomamos el desvío hacia Guadalix para enfrentarnos al primer escollo con la subida a Los Rancajales. Como últimamente, se me paso muy rápido y eso que íbamos a bloque y con un ritmo tranquilo. Llegados a la cima. Nos tiramos directamente a velocidades muy rápidas. En esos momentos la ropa de invierno nos vino muy bien, a primera hora de la mañana y bajando como kamikazes el fresquito se hacía sentir, pero una vez llegados a Guadalix cuando nos reagrupamos y serenamos el ritmo y a medida que el sol empezaba a calentar, la ropa nos empezó a sobrar.

Foto: perfecto día de bici.


Rodamos muy tranquilos entre Guadalix y el puente de la A-2. Los asiduos de cabeza, Paco, Ramón y Revilla tomaron el mando y nos llevaron muy agrupados y tranquilos. Ya en el descenso hacia Torrelaguna cada uno se lanzó a la velocidad que más le gusta, hasta que llegados al repecho de Redueña, la carretera volvió a poner a cada uno en su sitio.


Fotos: camino de La Trampa.
 

Como he dicho no me encontraba a gusto. No sé si estoy entrenando en exceso entre semana, pero no sentía las piernas finas, por lo que en dicho repecho, opté por quedarme en el grupo de cola y tomármelo con tranquilidad. Nuevo descenso esta vez hasta el desvío de la carretera que nos llevaría hacia la primera gran subida del día. Me adelanté un poco con el maestro para aliviar y soltar ¨lastre¨, momento que aprovechó el grupo para pasarnos sin miramientos. Nos costó entrar de nuevo, en especial a mí, ya que un coche se nos coló entre medias y no sabía si acelerar o pasarnos. Yo opté tras unos cuantos metros a cola, pasarle y apretar un poco hasta llegar al grupo.

Una vez enlazamos con el grupo nos dimos cuenta que los de cabeza ya habían apretado un poco, por lo que Luis, Chema, Paco y creo algún otro ya se lanzaban en pos de la cima. En un principio nos quedamos con el grupo, pero en vista que se lo iban a tomar con calma como me dijo Ramón, el maestro y yo aceleramos la marcha para iniciar la ascensión.

Fuimos pasando componentes a medida que íbamos ascendiendo, pero La Trampa esconde un secreto para quien no la conoce, es una carretera muy virada y con porcentajes realmente duros en muy pocos metros. Si te vicias al principio lo puedes pagar muy caro al final, y es que comienza suave, pero tras un giro a derechas una rampa del 7% te pone sobre aviso de lo que viene. Hay curvas en las que no ves la salida, por lo que la vista busca la siguiente pero sin llegar a ella, eso hace que no tengas puntos fijos de referencia, y si los encuentras como sucede a mitad de ascensión, lo que te encuentras es una visión aterradora. Hay curvas en las que el desnivel se hace ostensiblemente escandaloso, totalmente contra peraltadas. De hecho hay una gran diferencia de trazar por dentro, donde el porcentaje y el esfuerzo es mucho mayor, o por fuera, con el riesgo de invadir el carril contrario y encontrarte de frente con alguien.

Qué mal lo pasé. Hubo momentos que hasta pensé en bajarme de la bici. No encontraba el ritmo, el pulso disparado, incluso eché mano al piñón del 29 que hacía tiempo no usaba, más psicológico que otra cosa, pero bueno… Así, con sufrimiento y con la compañía del maestro fuimos ganando metros en la ascensión. Se nos unió el gran Chaparro. Qué ganas, qué ambición, entrega y pasión. Llevábamos a Luis, Paco y Chema delante. Los dos primeros no cedían, pero a Chema le cogimos a mitad de puerto y eso creo que le dio alas a Chaparro a pesar de avisarle que lo más duro estaba por llegar.


Fotos: sufriendo junto al maestro.
 

Y qué duro se me hizo. Fuimos negociando los porcentajes como pudimos. Incluso D. José se lio con el cambio y en vez de subir, bajaba piñones, él lo achacó a un fallo, yo a que va sobrado como siempre… Calor, mucho calor. Me sobraba todo, guantes, casco, gafas, chaqueta, bidones. Qué agonía. Sólo pensaba que la Marie Blanc son 5 kms seguidos así, al 12-14%, cuando en La Trampa es apenas 1km de dureza. Traté de negociar las curvas ¨por fuera¨ a pesar de los posibles peligros, pero llegados a ese punto cualquier mini descanso me sabía a gloria. Eso hizo que D. José me cogiera metro y medio de distancia, y cual maestro disgustado con su pupilo, con un ¨vamos¨ que sonó entre regañina, impulso y aliento, hizo que despertara de mi empanada, le cogiera rueda de nuevo y recorriésemos la última rampa de 300 metros que nos llevaría a completar la ascensión a La Trampa.

Pocas veces he deseado tanto soltar piernas, y es que las tenía como botijos por el esfuerzo. Poco a poco fuimos recobrando el pulso, la compostura y aprovechamos a comer mientras que dábamos tiempo a que llegaran los demás.

Foto: caras de sufrimneto tras la subida.
 

Con todos reunidos tras una dura ascensión, nos dirigimos hacia La Cabrera y posteriormente hacia Valdemanco ya que la idea era hacer la primera parte del Desafío de los puertos del Guadarrama, bajaríamos hacia Navalafuente y subiríamos a Bustarviejo por las canteras.

Con un ritmo tranquilo ya que había que recuperar un poco tras el esfuerzo, nos dirigimos hacia Valdemanco, donde antes de llegar, giramos a la izquierda para acometer un descenso rapidísimo hacia Cabanillas. Aquí el grupo se rompió bastante. Los que iban delante se lanzaron a una gran velocidad y abrieron un gran hueco enseguida, los demás se lo tomaron con más calma. Yo personalmente me quedé en tierra de nadie y es que aproveché para recobrar fuerzas y comer todo lo que necesitaba antes de afrontar la subida por las canteras.

Foto: Chaparro vigilando a su primo Chema...
 

Fue antes del desvío de Navalafuente donde ya todos nos volvimos a reagrupar, pero duró poco ya que una vez pasado el primer repecho que hay con una curva a derechas, el grupo se volvió a partir y cada uno puso el ritmo que más le convenía.

En cabeza nos quedamos unos cuantos, Luis, Paco, Chema, Chaparro, Ramón, D. José y yo. Poco a poco fuimos recorriendo kilómetros. Es una subida larga, no muy dura en porcentajes, pero se hace eterna. Tras pasar el falso llano o descenso a la altura de la gasolinera, al comenzar de nuevo a empinarse la carretera, mis piernas se empiezan a resentir, aflojo un poco y me quedo con Ramón. Decido bajar el ritmo para recuperar sensaciones, lo que hizo que los de cabeza se me fueran rápidamente abriendo un hueco considerable. Paso por el puente de la vías del tren, recupero un poco en la zona de sombras y llega mi peor momento llegando a la rotonda de entrada a la estación.

Foto: subiendo hacia Bustarviejo.
 

Cómo funciona el coco en este deporte. Les llevaba a 300 metros. Veo que Chema empieza a descolgarse, le doy alcance y le paso. Veo otro grupo de ciclistas que lleva nuestra misma ascensión, voy midiendo la distancia y ganándoles terreno. Por arte de magia empiezo a recuperar, mis piernas comienzan a responder, me animo. Paso un par de compañeros. A los lejos veo a D. José en plena ascensión marcando el ritmo a Luis y Paco. A los poco metros veo que éste último empieza a ceder, sigo ganándole terreno, me concentro, respiración, ritmo y concentración. Si algo he aprendido en este deporte es que el cuerpo es capaz de resurgir cual ave fénix cuando menos te lo esperas.

Foto: Paco peleón, como siempre.
 

Tengo a Paco en el punto de mira. Si fuese un ¨caza¨ como dice la jerga, le tendría en mi visor de tiro. Una baliza me separa de él, 25 metros. Sigo con la ascensión, no sé cómo van por detrás no quiero ni mirar, sólo al frente. La distancia no baja, sigue igual, una baliza.

De repente un invitado al baile con el que no contaba y que salva a Paco de ser engullido al más puro estilo Tour de Francia. Un ciclista le hace el trabajo sucio y le lleva hasta los de cabeza!!! Y es que el ¨invitado¨, estaba acompañando a otro compañero que también lo estaba pasando mal. Veo que vuelven a descolgarme, pero para alivio ya casi estamos en Bustarviejo. Curva a la derecha, rampa terrorífica, rampa a la izquierda y les veo al fondo de la calle.

Recupero un poco por las calles de Bustarviejo atestadas de gente en las terrazas disfrutando del día. - Qué locos, montando en bici con el calor que hace, deben pensar los lugareños.

Foto: vamos, un poco más!!!
 

Yo sigo a lo mío. Llego al cruce, tomo  a la derecha para afrontar la rampa final que nos lleva a la salida del pueblo y a la fuente de Los Caños, donde tenemos prevista la parada. Veo a Paco casi en la curva y a Luis un poco más adelante, al maestro no le veo por ningún lado, ha debido tomar mucha ventaja. Venga, un poco más, me voy animando mentalmente. Llego a la altura de Paco, le paso, veo que va un poco tocado, sigo para adelante, mi próximo objetivo Luis. Miro para atrás y veo que Paco se queda, con un poco más de esfuerzo llego hasta Luis. Le paso y me pongo a tirar de los dos, me siento bien, he recuperado espectacularmente y tengo todavía fuerzas que se renuevan al ver tras salir de la curva al maestro a uno 80-100 metros, decido darlo todo y meto el plato. Por detrás oigo a Luis blasfemar por mi acto de locura, me pongo de pie y trato de intentar alcanzar a D. José antes de llegar a Los Caños; me quedo corto por 20 metros, al final mis piernas me dan un pequeño aviso de ¨exceso de confianza y sobrecarga injustificada¨.

Descanso. Paramos en Los Caños para rellenar bidones, comer, descansar un poco y dar tiempo a que lleguen todos los demás que le iba a llevar un rato. Coincidimos con el grupo de MTB que venían por esa ruta también y con el Presi que subía desde Miraflores y se unió a la parte final de la ruta. Fotos de rigor y tras avituallarnos todos proseguimos ruta hacia Miraflores para luego continuar descenso hacia Guadalix.


Fotos: parada en Los Cañós.
 

Descenso rapidísimo. Paco y su Pinarello toman la delantera conmigo detrás y es que las Pina van muy rápido… Nos compactamos todos nuevamente en el llano camino de Miraflores y por las calles, descendiendo hacia el cruce con Guadalix. En este punto algunos deciden bajar directamente a Soto y ahorrase El Cerro, mucha tralla hoy. Los demás giramos a la izquierda y descendemos más tranquilamente, momento que aprovecho para tomarme un gel pese a la regañina de Chaparro de tomar guarrerías.

Cruzamos Guadalix y nos encaminamos hacia el comienzo de la subida. D. José se adelanta unos metros para soltar lastre, advirtiéndonos que no aprestásemos mucho dejándole solo. El grupo comienza la subida a bloque. Yo me voy descolgando poco a poco haciendo tiempo a que entre el maestro, llego a ir casi parado, ya casi no tengo piñones que subir, cambio al plato pequeño, por lo menos me viene bien para las piernas. Nada, sigo esperando, miro para atrás, no viene, ya me mosquea, esto ha debido ser un pinchazo. Cuando estoy  a punto de darme la vuelta, le veo que viene a lo lejos junto con Chaparro. Quien había pinchado era Chaparro, pero de calambres. Se había tenido que parar para que el maestro le estirara la pierna. Llegan a mi altura, cambio al plato pretendo subir lo máximo con él. Nos advierte Chaparro que no va muy bien, en cualquier momento se le vuelve a subir la bola y tiene que echar pie a tierra, nos anima a irnos, pero decidimos quedarnos con él, no hay prisa.

Foto: el gran Chaparro.
 

Los primeros metros se hacen bien, pero cuando la carretera se empieza a empinar Chaparro se resiente, aflojamos el ritmo para que nos siga sin problemas. Le decimos que no se vicie que suba a su ritmo. A lo lejos ya vemos como los de cabeza están coronando, nos queda media subida. Sigo con el plato y jugando con los piñones, a este ritmo espero no pasar del 23. Vamos ascendiendo poco a poco. El maestro ha quitado el plato, yo me distancio un poco cada vez que me pongo de pie, pero vuelvo a rebajar para que entren ambos, yo creo que esto le viene bien a Chaparro ya que conmigo como referencia y D. José marcándole el ritmo, sin darnos cuenta ya estamos en el falso llano. Ya nos queda menos.

Iniciamos la subida final, el tramo más complicado. Le volvemos a decir a Chaparro que no fuerce que lo haga tranquilo, a lo lejos por la curva aparece Paco, ya ha coronado y como siempre, ha dado media vuelta para bajar a buscar a los demás. Como se queda con ellos, decido apretar un poco más. Miro los piñones, 23 y el plato, no subo más, voy así hasta arriba. Me pongo de pie y tiro de piernas, noto como el gel ha surgido efecto y las piernas me responden. Me retuerzo un poco hasta tomar velocidad de crucero y terminar la ascensión. En el alto, doy media vuelta para bajar a por los compis y les veo aparecer saliendo de la última curva. Vienen escoltando a Chaparro y éste con buen ritmo, ha pasado lo peor y coronamos dejándonos caer en busca del Cerrillo.

En el descenso felicito por su pundonor, tesón y coraje al gran Chaparro, ojalá a su edad esté yo así… Afrontamos el último escollo, nuevamente a plato por mi parte, salimos de la curva a izquierdas y enfilamos la recta, a lo lejos vemos al resto del grupo que nos espera en el stop de Los Rancajales. Les hacemos señas que no paramos, ya vamos del tirón.

Foto: un nuevo Cerro con el maestro.

 
En un principio me dejo caer soltando piernas. Rápidamente me pasan como locomotoras, me acoplo el último a buen ritmo, hay ganas por llegar. Antes del repecho de Remedios, la gente empieza a aflojar, las fuerzas están muy justas. Me busco un hueco y lo ataco  afondo, me asombro que todavía me queden fuerzas, creo que la bajada va a ser buena…

Tomo la cabeza del grupo para sacar un par de fotos y a la altura de la base de helicópteros cuando empieza del descenso, me pongo en cabeza a tirar del grupo. Poco a poco vamos ganando en velocidad. Chema me da un relevo, me pego a él como una lapa. Seguimos descendiendo a gran ritmo. En la curva a izquierdas, me salgo de su rebufo, un poco más de velocidad. Miro el contador 60 km/h, vamos a muerte. Justo antes de llegar al puente sobre la M-607, Basilio me pasa como un tren seguido de Ramón, Paco y Antonio. No tengo más piñones y mi 13 es insuficiente para seguirles. A duras penas me quedo el último y justo cuando íbamos a afrontar el repecho final, Ramón nos hace una señal de peligro, un coche que iba paseando a Miss Daisy, nos rompe el ritmo. Bueno, no importa, nos dejamos llevar soltando piernas en la bajada y llegamos al Canto tras 102 kms y un estupendo día de bici.

Foto: bajando hacia Colmenar.


La semana que viene subimos a Navacerrada y Cotos, lo que sea de esa ruta aquí lo contaremos.

Gracias a todos.

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