lunes, 7 de mayo de 2012

Puerto de Navacerrada (6/5/2012)

El día de ayer era uno de esos días que había soñado desde que de niño me apasionaba ver el ciclismo por la tele en las tardes de verano. La hazaña de subir en bici hasta el Puerto de Navacerrada donde tantas veces había subido cuando empecé a esquiar, se me antojaba sólo para deportistas y ciclistas de élite. Tuve una sensación parecida cuando el verano pasado subí el Puerto de Cotos, pero no sé, esta subida era más especial algo que tenía marcado en mi calendario desde que empezó la temporada.


Quería emular a esos ciclistas que tantas veces había visto por la tele, realizar las grandes gestas que ellos hacían montados en sus bicis. El Puerto de Navacerrada, solía ser quien dictaba sentencia, y lo sigue haciendo, y coronaba al ganador de la Vuelta España, así que tras estudiarme la altimetría una y mil veces durante la semana, llegó el día.


Como siempre quedé con mis compañeros del Club Arnelas para tomar la salida el domingo por la mañana con un tiempo y una temperatura ya más propias de este mes, pero a lo lejos en la sierra se veían nubes negras y amenazantes. Tras los saludos y bromas de rigor, nos pusimos en marcha dirección a Soto para ir soltando un poco las piernas.
 

Tranquilo discurrir a un ritmo suave que te daba tiempo a ir hablando con el compañero de grupeta de turno, cuando en el carril bici a la altura de la entrada a la presa, nos encontramos con los “prósperos del Arnelas”, Dani, Manteca y Jose, que ya llevaban un rato dando pedales y tenían su particular libro de ruta para el día de ayer. Con todo el grupo compactado seguimos hacia Soto, y antes de incorporarnos a la carretera de Manzanares, primer y único pinchazo el día que se solucionó rápidamente.


Sin darnos cuenta y a un ritmo tranquilo, llegamos a Cerceda donde los “prósperos del día” continuaron con su entrenamiento personal, siguiendo los demás dirección a Navacerrada. Poco a poco fuimos devorando kilómetros sin darnos apenas cuenta, el ritmo era muy bueno, y los primeros repechos había que tomarlos con calma, para afrontar con garantías lo que nos quedaba.
 

Con la protección y el rodar del grupo, llegamos a la rotonda de Becerril, y continuamos subiendo hacia nuestro objetivo, en este momento el grupo se empezó a estirar ya que los porcentajes y el terreno empezaban a inclinarse. En el grupo que yo iba, se encontraban Iván, Paco, Ramón, Chema, D. José, un chaval con la vestimenta del Club Colmenar del que no sé el nombre, Chaparro y el incombustible Juanma, que no se caya aunque las rampas superen el 12%, pero como dice Ramón, nos alegra la subida y no te hace pensar en lo que queda.


Llegando al Hotel Arcipreste donde las rampas ya empezaban a ser considerables, el grupo ya se había roto. Yo personalmente no daba crédito al momento de carrera, me encontraba arriba del todo, con los más fuertes, y físicamente iba muy bien. Tras un pequeño descanso para nuestras piernas a la altura del restaurante Posada Real, Iván decide que es el momento y sale escopetado como alma que lleva el diablo, los demás seguimos a ritmo y en grupo, y poco a poco se va haciendo la criba.

Foto: Llegando al Arcipreste

Foto: Ramón y Chema, el resto al fondo

Seguimos ascensión, D Jose, Ramón, Paco, Chema, Juanma, el compi del Colmenar y yo. No me lo creo, por un instante se me pasa por la cabeza que tarde o temprano voy a petar y me voy a venir abajo, pero seguimos subiendo y a buen ritmo.



En un momento dado, nos quedamos solos D. José, Paco y yo, el compi del Colmenar nos ha tomado unos metros de ventaja junto con Juanma, Ramón y Chema se han quedado un poco atrás, pero miedo me da mirar para no gastar un ápice de fuerza que seguramente necesitaré más adelante. Sigo subiendo pegado al profe, parece que últimamente lo subimos todo juntos, cosa que agradezco ya que se aprende mucho, gracias D. José. Veo que Paco empieza a aflojar un poco y se queda atrás.
 

El Ventorrillo, se me hace eterno en las rampas más duras sufro una mini-crisis, decido que es mejor aflojar un poco, D.Jose no para de mirar para atrás pero no puedo seguir el ritmo, tengo que recuperarme, así que se distancia en pos del compi de Colmenar, Paco ha quedado por detrás, no miro, ya me pasarán me digo. Sigo a mi ritmo recuperando, el pulso alto pero bien de fuerzas, meto el piñón del 29 más por instinto que por necesidad ya que las piernas me siguen respondiendo.


No me lo creo, pasa lo más duro y todavía no me ha pasado nadie de los que vienen detrás, es cuestión de tiempo me digo. En la subida voy comprobando con la mirada que la distancia con los que llevo delante no aumenta, es más voy dando caza a otros ciclistas que voy dejando atrás, quito el 29 y me manejo entre el 27 y el 25, no me lo creo subiendo Navacerrada con esos piñones, ni en sueños, voy a petar, estoy seguro, tarde o temprano lo terminaré pagando.


Foto: altimetría hasta La Bola
cortesía de www.altimetrias.com


Ahora entiendo lo que tantas veces he escuchado y leído sobre los ciclistas. Cómo es posible que una persona que prácticamente está exhausto, de repente tome un nuevo brío y se recupere de manera milagrosa.


No sé si fue que ya veía las primeras edificaciones más cerca, si llegué a la fuente de los geólogos sin darme cuenta, si oía la voz de Carlos de Andrés y de Perico Delgado en mi cabeza narrando nuestra particular ruta, si la distancia con el compi de Colmenar había disminuido a mi favor, no sé qué fue exactamente, mis piernas me dijeron de apretar para llegar a él, pero la cabeza me sugería ser coherente; finalmente ganaron las piernas.


Bajé un piñón y llegué a su altura justo en la otra zona dura del puerto antes de llegar a la última curva de derechas que te lleva al alto, no me lo creo ya veo el alto, el compi decide aminorar para ajustar las pulsaciones, ya estaba todo hecho,  pero mis piernas y mi cabeza exultantes de alegría, fuerza, ira, emoción y ganas por dar pedales me llevan hasta la cima en un arreón final al más puro estilo Contador.
 

No me lo creía, terminé esprintando en lo alto del puerto!!! Casi cojo a D.Jose que estaba ya coronando. Qué subidón, qué orgullo, qué alegría. Ahora entiendo lo que supone ganar una etapa de cualquier vuelta ciclista y ni que decir con ganar una gran vuelta. El afán de superación, el sufrimiento por el disfrute como dice Juanma. Entiendo que los que ya habéis subido Navacerrada en alguna otra ocasión, no os pueda parecer gran cosa, o incluso sea algo normal y cotidiano para un ciclista, pero para los que era nuestra primera ascensión ha sido increíble. Un simple aficionado a esto haciendo realidad su sueño.

Foto: Coronando Navacerrada

Foto: Otro puerto más
  
 
En la cima me encuentro con D. José, con Juanma e Iván que llevaban los dos un rato arriba dando vueltas para no quedarse fríos. Poco a poco van llegando Ramón, Paco y Chema, pero con el frío que hacía, nos dio tiempo para hacer 2 fotos, ponernos el chubasquero y bajarnos a una zona más templadita, al cruce de la Posada Real.


Muchísimo frío en la bajada, los dedos entumecidos tanto por el frío como por ir usando constantemente el freno ya que la carretera estaba bastante húmeda. En la bajada vamos dando ánimos a los compis que van subiendo cada uno al ritmo que más le conviene. Tras una espera para que todo el mundo llegue, aprovechamos para comer, estirar un poco, aliviarnos y sacar unas cuantas fotos. Ya con todo el grupo rehecho nos lanzamos tumba abierta hacia Cerceda a velocidades muy altas. Breve parada para quitarnos los chubasqueros y continuamos camino de vuelta a Colmenar.

Foto: esperando al resto de compañeros.

Desde Cerceda a Soto otro caso de disfrute del compañerismo del Club Arnelas, con la que nos habíamos pegado, todavía nos quedó fuerzas para rodar a unos 35km/h a relevos. No pasaban más de 5 minutos sin que alguien entrara al relevo. Chema y yo entramos a poner un ritmo prudente ante la algarabía de Luis y compañía que nos dijeron de todo, en particular a Chema, y que ha quedado inmortalizado en una foto, Chema tirando a bloque del grupo, para que luego digan, bravo Chema, hemos callado muuuchas bocas, jejejeje….

Foto: Chema tirando del grupo.
  
Muy rápido llegamos a Soto, de ahí a Colmenar y después cada uno a su casa (por lo menos en mi caso) para felicitar y disfrutar del Día de la Madre, que celebré contándole a toda mi familia la gesta realizada.


Quiero dar mi más sincera felicitación a todos los compañeros del Club Arnelas, pero de manera especial a Antonio por seguir quemando etapas, derribando muros y por ser un ejemplo de superación personal. Siento muchísimo no haber podido estar arriba para hacerte la foto como te prometí, pero hacía un frío de la leche. No te preocupes, tendremos más oportunidades de hacer esa y otras tantas.


Bravo por todos, por el compañerismo, por vuestra amistad, por la ayuda desinteresada que no hace falta pedirla cuando ves que el compañero no va todo lo bien que quisiera, por compartir estas rutas y por disfrutar juntos del deporte que nos apasiona.


A todos vosotros, gracias.


Próxima parada Los Leones y Navacerrada por Segovia, 145 kms que todo apunta a que serán épicos.


Un saludo.






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