Nueva jornada con los
compañeros del Club Arnelas. Mucha gente para la época en que estamos y se
supone muchos estarían de vacaciones. Nos juntamos una gran grupeta en el canto
y tras el consenso generalizado se optó por la ruta propuesta en el foro del
Club, subir a La Barranca, pero con una variante, hacerlo por Las Cabras.
Nos pusimos en marcha a la hora
prevista tras unos minutos de cortesía por si llegaba el maestro, no lo hizo,
le echamos de menos. Creo que se encuentra en modo de transición como me
comentó Ramón. Mucha bici para preparar la QH y ya empiezan a notar el hastío
de tanto pedal.
Foto: perfecto día de bici. |
Como siempre a ritmo muy
tranquilo y charlando con Juan, nos dirigimos hacia el carril bici para seguir
dirección Soto, recoger a Faustino por el camino y enfilar dirección Cerceda.
Venía emparejado con Juan charlando animadamente, como a mitad de grupo y muy
cómodo. Hacía tiempo que no me situaba tan atrás en la grupeta, lo que hizo que
se me pasara rapidísimo el tramo hasta Manzanares. Como siempre en la rotonda
de los montañeros el grupo se deshizo un poco, pero dado a que veníamos muy
tranquilos, se logró compactar rápidamente y cubrimos los pocos kilómetros que
nos quedaban del desvío de Mataelpino todos juntos nuevamente.
Foto: Con Juan encabezando el grupo. |
Metros antes del desvío,
anunciamos la buena nueva y con Rubén y Paco a la cabeza, pese a algunas quejas
por incrementar la dureza del recorrido, tomamos el desvío hacia la subida a
Mataelpino. Como decía Jesús al terminar la ruta, la subida ya comienza en ese
primer repecho, y es que pronto comenzaron las hostilidades. Este repecho tiene
efectos acelerantes en una grupeta y es que no llego a saber por qué, el ritmo se acentúa de
manera significante. No sé si es por pasar El Boalo o antes posible o si hay
muchas ganas de llegar a la cima cuanto antes mejor, el caso es que el grupo se
empezó a estirar y a fragmentar. Como he dicho me encontraba junto a Juan en la
parte media, lo que hizo nos quedásemos cortados de un grupo cabecero que poco
a poco nos fue ganando metros.
Ya pasados El Boalo y al enfilar
la larga recta de subida hacia Mataelpino, se vio perfectamente las intenciones
de cada uno. Como era imposible llegar al grupo que iba por delante, me dediqué
a tomar unas cuantas fotos del grupo, por lo que con un ritmo suave, el abuelo
Elías me dijo de subir tranquilos, me puse en cabeza junto con Juan y
encabezamos al grupo hasta llegar al stop de Mataelpino. Una vez allí, giramos
a la izquierda y afrontamos la parte final de la subir que nos llevaría a la
cima de Las Cabras.
Fotos: la grupeta subiendo Las Cabras. |
No puede resistir la tentación de
apretar un poco en los metros finales. Junto a Juan, dimos un último apretón
que hizo partirse al grupo en numerosas unidades subiendo al ritmo que mejor le
interesaba a cada uno.
Breve parada frente a la Cruz de
Tom Simpson para presentarle como no los pertinentes respetos, y con la llegada
constante de unidades, nos dejamos caer hacia la rotonda de Becerril. En la
rotonda, giramos a la derecha y comenzamos la subida hacia Navacerrada pueblo,
nuestro destino la rotonda del obelisco y el posterior desvío a la derecha para
subir hacia La Barranca.
Fotos: tras coronar en Las Cabras. |
En este punto ya se definieron
los grupos. En cabeza nos situamos, Iván, Juan, Kiki, Julián, Paco, Jesús,
Rubén dos compis que ya han venido otras veces pero que no recuerdo sus nombres
y Carlos y Paco del Club Colmenar.
Tras pasar la curva a izquierdas,
pusimos un ritmo tranquilo y cómodo, pero no pareció gustarle a Jesús que lanzó
un ataque escapándose en solitario. Nos tomó cierta ventaja, unos 50 metros. Le
dijimos de todo, pero no nos parecía oír o si lo hacía no nos prestaba atención
ya que no cesaba en su empeño. Al final como el champán, le oímos (o casi)
reventar. Se le fue acabando el fuelle, pero encontró un buen aliado, llegó
hasta la curva de derechas donde el porcentaje disminuye considerablemente y le
dio tiempo a recuperarse.
Foto: Club Arnelas y Colmenar unidos por la misma pasión, dar pedales. |
En ese momento, se desató una
nueva tormenta. Los compis del Colmenar seguidos de Kiki y Rubén (muy peleón
ayer) y Julián, aumentaron el ritmo de manera considerable, metieron el plato y
se fueron a por Jesús. Llegaron juntos hasta la rotonda del obelisco que fue
más o menos donde les enlazamos.
Fotos: antes de comenzar la subida a La Barranca. |
La subida a La Barranca fue otra
historia. Cada uno hizo la guerra por su cuenta. Juan no la conocía por lo que
se lo tomó con calma, yo por mi parte la inicié en el grupo cabecero junto a
Iván, Kiki, los compis Juan y Carlos del Colmenar y el amigo de la bici de
¨paseo¨. La primera rampa es bastante dura. Tras la curva de herradura a la
izquierda, la pendiente alcanza el 8%. Pese a no haber gastado mucho en la
subida anterior, no me encontraba cómodo por lo que decidí hacer la subida a mi
ritmo. Los de cabeza se fueron poco a poco hasta establecer una distancia de
unos 20 metros.
El primero en petar fue el compi
de la bici de paseo a la altura del cuartel de bomberos. Luego fue Carlos quien
se quedó. Yo poco a poco fui encontrado mi ritmo de subida y logré mantener la
distancia con los 3 de cabeza en unos 15 metros. La subida se agarra con ganas.
Parece un falso llano, pero la pendiente es constante entre un 4-5%. El caso es
que la carretera te invita a poner el plato, pero se agarra de lo lindo.
Intentas enlazar con los de delante y cuando te das cuenta las pulsaciones te
han subido como la espuma, lo que hacen que tengas que desistir en el empeño.
Como a 50 metros para el final, oigo que viene alguien por detrás. En un
principio pensaba que era Carlos, que había logrado recuperar, pero resultó ser
un montañero que venía muy fresco y me pasó con mucha facilidad.
Al final pude ser cuarto con
Iván, Paco y Kiki por delante. Ya en el alto, paramos para que fueran llegando
los demás compañeros mientras que aprovechábamos para empezar a comer y reponer
fuerzas. Con todos ya reunidos la opción se planteaba complicada, muchos
necesitábamos agua y lo más cercano era una fuente un poco más arriba pero
había que transitar por una pista forestal, como es lógico y hartos ya de tanta
carretera intransitable, optamos por la opción B, subir hasta el hotel
Arcipreste y llenar allí los bidones.
Fotos: llegando a La Barranca |
Optamos por dicha opción, por lo
que nos pusimos en marcha en un rápido descenso que nos llevaría hasta la
carretera de Navacerrada, y desde allí, en apenas 200 metros hasta el
Arcipreste. En ese tramo más hostilidades hasta donde pude ver. Pude distinguir
a Iván y Rubén en un claro mano a mano apretando a tope hasta que éste último
cedió ante el impulso de Iván.
Paramos unos cuantos a rellenar
los bidones y con todos ya listos, nos dispusimos a bajar hacia Becerril.
Rapidísimo descenso. Fue Rubén quien tomó clara ventaja en el descenso y es que
como dije antes, estaba a todas las que saltaban. Por detrás Faustino, Luis y
Basilio bajaban a toda pastilla seguidos de Paco el del Colmenar hasta que
llegados a la gasolinera de Navacerrada este último tuvo que parar por un
pinchazo. Como la situación no era la mejor, decidimos los de cabeza continuar
un poco más adelante hasta que encontramos un sitio más seguro dónde poder
parar a esperar al resto.
Mientras que esperábamos se
produjo una de las escenas más curiosas que he visto en tiempos, Paco y Luis
que parecían fundidos, optaron por descansar tumbados al césped cual bañistas
en una piscina municipal. Ante el jolgorio y las risas por parte generalizada,
dio tiempo a que llegaran los rezagados y el del pinchazo.
Foto: Paco y Luis tomando el sol. |
Con todos ya reagrupados,
continuamos bajando hacia Becerril para dirigirnos con posterioridad hacia
Moralzarzal. Buenísimo tramo a relevos cortos entre Kiki, Carlos, Paco Juan y
yo antes de llegar a la rotonda de desvío a Moral. En dicho tramo hacia Moral,
aflojamos un poco para que fueran entrando los que venían más despacio. Cruzamos
el pueblo, con Faustino haciendo su particular ¨recorte¨ y enfilamos hacia
Cerceda a un ritmo bueno pero sin forzar.
Una vez en Cerceda, unos cuantos
se dirigieron hacia su parada habitual y los demás fuimos hacia la fuente para
rellenar bidones. Tras un breve consenso pocos optaban por alargar la ruta. El
Cerro quedó descartado rápidamente por
la gran mayoría. Propuse Los Rancajales como opción. Era muy pronto y
así podríamos terminar con una última y fuerte subida. Todo quedó pendiente de
llegar a Soto, según nos fuésemos acercado ya se decidiría…
Fotos: caminode vuelta a Soto. |
Nos pusimos en movimiento. Juan y
yo tirando del grupo hasta el desvío del Boalo a un ritmo alto pero sin forzar
en exceso, unos 33-34 km/h. A esa altura fueron Iván y Kiki quienes nos dieron
el relevo hasta Manzanares y una vez allí fueron Jesús y otro compi quienes nos
llevaron hasta la rotonda de Las Chapas. El tramo pestoso hasta Soto no
recuerdo quién lo hizo en cabeza, supongo que Iván y Kiki, no me di cuenta, iba
hablando con Juan y llegados al desvío hacia Colmenar, desbandada general y
casi todo hacia Colmenar, sólo 6 nos dirigimos hacia Los Rancajales, Iván, Kiki
Juan y los 2 compis que no recuerdo su nombre, así que con ganas atravesamos el
tramo de urbanizaciones y nos dirigimos hacia el puente para cruzar por debajo
la M-608 y entrar de lleno en la urbanización Puente Real y afrontar toda la
subida hacia las antenas de repetición.
Me quedé un poco rezagado con
Juan con los 4 por delante a unos 20 metros. No terminaba de enlazar por lo que
me dijo que me fuera para adelante. Les enlacé al final del primer repecho. Nos
dejamos caer en el pequeño tramo descendente y al comienzo de la verdadera
subida, nos quedamos los 3 en cabeza. Saliendo de la curva a izquierdas me
empecé a quedar, no pude seguir el ritmo de Kiki e Iván. Les llevaba no muy
lejos pero me iban sacando metros poco a poco. Como es habitual en estos casos,
busqué un ritmo provechoso para mis intereses y afronté mi propia subida.
Fotos: dura subida a Los Rancajales. |
Que diferencia a cuando la hice
el miércoles por la tarde entrenando con Juan. En esa ocasión no pasé del 23,
pero llevábamos solo 35 kms en las piernas. Ayer con casi 80 la cosa era diferente,
pero aun así decidí no pasar del 26 por mucho que me costara. Con todo y con
eso se me hizo eterno. Traté de buscar mis referencias y mis atajos, pero con
el sol cayendo plano y el gran calor que hacía se hacía tarea complicada. Al
salir de la curva de herradura a derechas, los 200 metros más duros, se me
asemejaron a las puertas del infierno. Calor, sudor cegándome los ojos, aire
caliente, sin casi agua, traté de concentrarme y no mirar más allá de lo que
tenía a 5 metros. Gracias a que pronto encontré mis puntos clave de la subida y
pude hacer un último esfuerzo hasta llegar a la cima. Un breve descansillo para
tomar aire y afrontar en último repecho que te lleva hasta las antenas. Ahí
bajé dos piñones y tiré de lo poco que me quedaba.
Fotos: un último esfuerzo hasta las antenas. |
Me dejé caer hacia el stop donde
aguardaban Kiki e Iván, boqueando cual pez fuera del agua en búsqueda de un
aire caliente que me quemaba a cada bocanada que daba. Apuré el poco agua
caliente que me quedaba para por lo menos apagar esa sensación de ardor en la
garganta y tras felicitarnos por la dura subida, esperamos a que fueran
llegando los demás. Los dos compis no pararon en el stop, directamente
siguieron ruta. Nosotros esperamos a que Juan bebiera un poco, tras lo cual
iniciamos la marcha.
Me pegué a Iván en el descenso.
Íbamos rápido, no por dar caza a los de delante, más bien por llegar cuanto
antes a casa. Nos dimos un par de relevos y llegamos a la par al repecho de
Remedios. Le iba a avisar a Iván que las pocas fuerzas que me quedaban las
emplearía en esprintar como es habitual en este repecho, pero le vi que bajaba
de intensidad, por lo que seleccioné mi piñón adecuado y me puse de pie a
pedalear como si huyese de un enemigo mortal.
Al primero de los compis le pillé
a media subida. Creo que le llevó un buen susto al ver pasar una locomotora lanzada
a toda potencia, y al segundo unas cuantas pedaladas más arriba. Creo que le
chafé su momento de gloria al verse coronar en primera posición, pero venía
lanzado como un miura y hasta el stop no pensaba parar de pedalear.
Cuando miré las pulsaciones
marcaba 104% de la frecuencia cardíaca máxima. Un breve respiro hasta que
llegaran los demás y continuamos el descenso hacia Colmenar. Entre Kiki, Iván y
yo fuimos a relevos hasta que antes de entrar en Colme, Iván se nos adelantó en
el sprint sacándonos a Kiki y a mí un metro de ventaja suficiente para legar
primero. El ansia de la juventud…
Como era pronto, nos dirigimos al
Charly donde nos estaban esperando el resto de compis para poder disfrutar de
unas merecidas cervecitas.
Foto: un merecido descanso. |
Al final 90 kms. Muy buena ruta,
durilla. Subidas cortas pero duras, perfectas para esta época donde no todos
tienen las mismas ganas de subir puertos.
Seguimos entrenando para culminar
con la subida a La Bola antes de octubre.
Las próximas semanas descanso.
Bueno a medias. Me llevaré la bici a tierras de Levante para seguir entrenando.
Volveremos en septiembre con
novedades… y de las buenas.
Hasta entonces muchas gracias a
todos.
Saludos.
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