viernes, 19 de julio de 2013

V Marcha Pedro Herrero (14/7/13)

Un año más nos apuntamos a este grandioso evento que tiene lugar por nuestra zona. Una de las mejores marchas que se pueden realizar dentro de nuestra comunidad y como prometí el año pasado, no dudé en volver a realizarla.

A diferencia del año anterior únicamente 2 componentes del Club Arnelas nos apuntamos para dicho evento, Juan y servidor.

Llegamos prontito para evitar las aglomeraciones y para buscar un buen lugar de aparcamiento. Una vez en Moralzarzal ya empezamos a ver los primeros coches portando flamantes bicis y algún que otro ciclista rodando para ir calentando motores. Por nuestra parte, los últimos retoques, instalar dorsales y chip, ataviarnos con nuestro uniforme de gala y con todo ya listo  y en perfecto estado de revista, nos dirigimos hacia la salida justo en la plaza de toros.

Poco a poco fue llegando gente y situándose en la línea de salida. Yo aproveché un momento para saludar a mi amigo Enrique fugitive Sevilla y charlar un rato con él. Lástima no haber llevado la cámara para inmortalizar el momento. Tras un rato de espera y momentos antes de la salida, apareció Toni con su maillot de campeón del mundo. Estuvimos un rato charlando y al poco tiempo comenzaron las instrucciones para dar comienzo la marcha.

Como en años anteriores, estábamos divididos en dos grupos, el A o grupo de los rápidos  y el B o grupo de me lo tomo con tranquilidad que no voy a ganar ninguna medalla… Obviamente nosotros estábamos en el grupo B. Se trata de una marcha para disfrutar del ambiente y de poder rodar tranquilamente, sin agobios y sin coches que te pasan rozando y gritando.

Tras la salida del grupo A, nos tocó el momento a nosotros. Si hay una cosa que caracteriza esta marcha es su organización. Es increíble la sensación de protección y bien hacer a medida que vas rodando y pasando rotondas y localidades que en condiciones normales has de ir con mil ojos. Pues en esta ocasión, desde que salimos hasta que llegamos, pese a no estar el tráfico totalmente cerrado, el control y la protección al grupo fueron constantes y primordiales. La libertad y comodidad que suponía ocupar la totalidad del carril por el que circulábamos sin que las motos de la Guardia Civil te agobiasen, es una de las cosas por las que esta marcha merezca la pena y por las que seguramente me hagan volver año tras año.


Con el grupo ya lanzado, salimos de Moralzarzal para dirigirnos hacia la subida de Becerril. Como he dicho el control en las rotondas por parte de los agentes de la autoridad era excelente. Paraban el tráfico para que pudiésemos pasar con total garantía y comodidad, por lo que en un momento ya estábamos enfilado la carretera de Becerril.

Lo bueno que tiene rodar con tanta gente, unos 134 corredores en el grupo B, es que vas en volandas. Casi ni te das cuenta si la carretera se empina o si los desniveles empiezan a aparecer. Me di cuenta tarde que tenía un problema con el ordenador. No me marcaba y es que se había desplazado un poco el sensor y no recibía datos. No importó, me lo iba a tomar con tranquilidad por lo que no era un problema gravísimo.

En un momento coronamos el alto de Becerril y nos dispusimos a acometer el rápido descenso hacia Collado Mediano. Aquí le dije a Juan que era mejor dar margen al grupo. Buscar o llevar una distancia de seguridad suficiente que nos permitiera frenar con seguridad en caso de acumulación masiva del personal. Acertamos de pleno y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo. La mini rotonda de llegada a Collado Mediano y las numerosas alcantarillas que hay mientras cruzas dicha localidad, provocaron numerosos frenazos que se tradujeron rápidamente en nervios por parte de los corredores. Nosotros como buenos conocedores de la zona, pudimos evitar y pasar sin apuros, enlazando con el grupo sin mayores problemas antes del comienzo de subida de La Serranilla hacia Los Molinos.

No las tenía todas conmigo y tras el incidente de los calambres de la semana pasada, no quería forzar nada en absoluto. Como además ya habíamos pasado por esta misma zona 2 semanas atrás, sabíamos que aunque corta, esta parte es fundamental para una buena subida posterior a Navacerrada, y si quemas mucho de inicio aquí, el puerto se te puede hacer largo, sobre todo en la parte final.

Aun así, era mucha la gente que iba con el freno de mano puesto, lo que hacía que el ritmo se ralentizara en exceso. Con muy buena vista, Juan hizo un pequeño derrame que me llevó a rueda y tratamos de buscar un hueco y un ritmo favorable lejos de los más lentos.

Poco a poco fuimos recorriendo kilómetros en búsqueda del inicio del puerto. Fue una subida muy tranquila en comparación con la que hicimos hace 2 semanas y que me llevó a exprimirme al máximo tras Paco y Elías. En esta ocasión el ritmo era muy tranquilo, pulsaciones muy controladas y mucha cadencia para llevar los músculos activados.

Una de las cosas que hace bonito este deporte es el gran ambiente de compañerismo que se vive, y este tipo de marchas además una gran dosis de humor ronda por las cabezas de los participantes. Como las rampas no eran todavía muy duras, muchas bromas y ocurrencias diversas eran la tónica predominante durante esos primeros kilómetros.

Casi sin darnos cuenta, como le dije a Juan, estábamos en el muro de Los Molinos y muy cerca ya del inicio de comienzo del puerto. Un último repecho, hicimos el giro para enfilar la subida y la organización nos dio vía libre para acometer el ascenso a Navacerrada.

Los primeros metros nos sirvieron para ir cogiendo ritmo de ascensión. Por mi parte cadencia y mucho desarrollo, no quería castigar en exceso las piernas. Fuimos en bloque con un par de compañeros, pero a media que ganábamos altitud, las unidades iban cayendo. Nosotros por nuestra parte seguimos con nuestro buen ritmo. Entre ambos fuimos tirando a relevos por momentos, pero siempre sin forzar. Como si fuésemos una máquina engullidora fuimos adelantando  ciclistas a medida que los porcentajes empezaban a subir.

Llegados al Ventorrillo, casi mitad de ascensión, tratamos de negociar sus porcentajes de la mejor manera. En mi caso decidí pecar de exceso y metí todo, no buscaba tiempo pero si guardar fuerzas por lo que pudiera pasar, no quería volver a cometer el mismo error de la semana pasada en Morcuera. Llegados a la zona de breve descanso pero siempre en constante ascenso, bajé un piñón y seguimos con nuestro buen ritmo de ascensión. Fue en ese momento donde vimos apostado al fotógrafo, así que cremalleras arriba, cara de esto lo subo sin esfuerzo, la mejor pose posible para salir como un profesional, y luego cuando la cuelgan en internet , 5 euros por foto…. Si lo llego a saber me traigo mi cámara. El año pasado por lo menos nos regaló la organización una….

Bueno,  volviendo a la subida, ya estábamos a la altura de la fuente de los geólogos, lo que nos distanciaba muy poco del alto. La mala noticia era que lo peor del puerto estaba por llegar. El famoso muro de las lamentaciones con su interminable curva a izquierdas. Y es que me venía a la mente la última vez que pasamos por aquí con el maestro marcando el ritmo desde abajo, pero en esta ocasión nuestro nivel era muy superior al de entonces. Pasamos el muro sin mucha dificultad y tras sortear las curvas en forma de ese, quedamos encarados hacia la cima.

Un grupo de excursionistas no paraba de animar y alentar a los corredores en el último esfuerzo. Es una sensación increíble, ahora me puedo imaginar a los profesionales cuando suben por esas carreteras atestadas de aficionados, te salen las fuerzas de donde no las tienes, en ese momento me volví hacia Juan para preguntarle qué tal venía de fuerzas, me dijo que bien y le propuse apretar a tope hasta el final como si fuésemos a ganar una etapa de la vuelta.

Parecíamos locos esprintando hasta llegar a la cima. Lo siento por los 3 compañeros que nos llevamos por delante, les quitamos las pegatinas de la bici de la pasada que les dimos. Pero como dijo Juan, era por una buena causa y si le llegan a decir hace 6 meses que iba a coronar Navacerrada esprintando, no se lo hubiese creído ni loco. Pero para eso está la preparación compañero y la que has llevado tú estos meses te ha permitido esto y mucho más.

Al final nuestro tiempo en la cima 0:38 minutos. No está nada mal para haber subido al tran tran.

 En el aparcamiento de Navacerrada estaba instalado el avituallamiento por parte de la organización. Comimos, descansamos un poco y fuimos dando tiempo a que llegara el resto de participantes. Cuando la organización lo vio oportuno, reiniciamos la marcha dirección Cotos donde hicimos una breve parada para que la Guardia Civil cerrara de tráfico la subida o al menos limpiara el carril de descenso.

Cuando dieron el pistoletazo de salida, nos lanzamos cual marabunta en un descenso rápido pero controlado, no era cuestión de jugársela y es que Cotos tiene un par de curvas bastante complicadas. Ya en el tramo de falso llano a la altura de El Paular, el grupo se fue paulatinamente reagrupando. Cruzamos las calles adoquinadas de Rascafría y rápidamente tomamos el desvío a la derecha que nos llevaba a la segunda subida de la jornada, el puerto de la Morcuera.

A pesar de haber comido bien en el avituallamiento y durante el descenso, eché mano de uno de mis geles milagrosos y aprovechando el desnivel favorable antes de la subida, me lo tomé para evitar males mayores y posteriores calambres.

Los que ya lo conocen, Morcuera desde este lado del valle es mucho más tendido, pero engaña un poco ya que a mi parecer, la primera parte es la más dura. Luego suaviza bastante e incluso tiene algún kilómetro de descenso.

Como en la anterior subida, decidimos quitarnos un gran grupo y apretamos un poco adelantando varias posiciones hasta encontrar un ritmo cómodo con el que iniciar el largo ascenso. Juan iba un poco temeroso ya que era la primera vez que subía por esta vertiente, pero no debía ir muy asustado ya que el ritmo que puso en los primeros metros era muy bueno.

A medida que avanzábamos nos pasaban algunos compañeros y a su vez adelantábamos nosotros a algunos. Fue a media ascensión donde ya nos quedamos un pequeño grupeto del que se fueron cayendo unidades hasta quedarnos 3 en solitario, Juan, un compañero de Las Palmas y yo.

Llegados a la zona de toboganes, se nos unió un grupillo de unos 4-5 corredores que venían desde atrás. En un principio Juan se fue con ellos y yo me quedé un poco con el compañero canarión, no era cuestión de dejarle solo a falta de 2 kilómetros de la cima, además iba obsesionado en no forzar en exceso. En el último kilómetro llevaba a Juan 15 metros por delante, pero el nuevo compañero empezaba a dar grandes síntomas de fatiga. Traté de darle todos los ánimos posibles para que no se quedara solo ya que empezaba a quedarse rezagado. Le dije que se pegara a mí que yo le ayudaba para que no se viniera abajo ya que casi estábamos en el avituallamiento, así que tras un último esfuerzo conseguimos llegar hasta Juan y entrar los tres a la par. Nos dio las gracias el compañero canario por ayudarle en el esfuerzo, cosa que es de agradecer ya que poca gente lo hace.

Al final, 0:50 minutos en el alto de la Morcuera.

Aquí surgió un problema en la organización. Se quedaron sin agua. Han enviado un correo pidiendo disculpas pero fue grave. Tratamos de rellenar los bidones en la fuente pero estaba seca, por lo que tras comer un poco le propuse a Juan bajar a Miraflores para rellenar los bidones, evitar el mogollón en el peligroso y siempre difícil descenso de Morcuera y esperar al grupo tranquilamente abajo. Así lo hicimos, tranquilamente descendimos hacia Miraflores a ritmo suave, prácticamente nos dejamos caer. Paramos en la fuente y todavía le propuse rizar el rizo, bajar hasta Soto y evitar la asquerosa (ya no hay calificativo para semejante carretera), bajada desde Miraflores. Al igual que antes, nos dejamos caer y esperamos al grupo en la gasolinera antes de llegar a Soto.

Un ratito al sol esperamos al pelotón, y una vez en marcha, nos incrustamos en él y terminamos de descender hacia Soto, cruzamos dicha localidad y se empezó a tomar ritmo fuerte. Se notaba que había ganas por llegar y es que si hay alguna pega a este tipo de marchas es que pierdes demasiado tiempo en los descansos.

Llaneando a gran velocidad, en ocasiones a 40 km/h, y ocupando la totalidad del carril llegamos a Manzanares. Juan se ocupó mucho de que no perdiésemos distancia con los de delante e ir lo más juntitos posible y es que el llanear no es lo mío.

Habíamos leído que había una variante en la subida a Mataelpino, pero no lo teníamos claro, por lo que cuando llegamos al desvío del Boalo y afrontamos la subida como es habitual no quedamos un poco sorprendidos. En ese momento se desató la guerra total. Mi idea era ir con buena cadencia, pero la gente iba con prisas y decidió apretar de lo lindo, lo que hizo que me quedara cortado tomando Juan una buena ventaja.

Me costó un mundo volver a contactar con él. No lo hice hasta el falso llano camino de Mataelpino y es que Juan termina muy bien las rutas últimamente. Iba totalmente fuera de pulso y con el corazón desbocado.  Pude recuperar un poco en la zona de descenso antes de llegar al pueblo, pero fue ahí más o menos donde nos llevamos la sorpresa de la jornada. La organización había variado el recorrido del año pasado y nos desvió a la derecha para enfrentarnos a una rampa amenazadora para esa altura de la marcha. Era una autentica pared. No llegué a ver el desnivel pero calculo que por encima del 12%. No eran más de 150 metros, pero a más de uno se nos atragantó. Juan por delante tirando de riñones y retorciéndose sobre la bici era mi referencia. Tras pasar ese muro, un breve descanso donde parte de la organización nos indicaba que todavía quedaban unos 300 metros hasta llegar al avituallamiento. Por un instante pensé que estaban de coña ya que en ese preciso momento la calle se terminaba dando paso a un camino de tierra y semi-asfaltado. La gente al igual que yo nos quedamos un poco desconcertados, pero veíamos al resto de compañeros proseguir en la ascensión así que no nos quedaba otra que seguir dando pedales y más cuando tras un giro a derechas un nuevo muro se nos mostraba amenazador. En esta ocasión el problema no era el porcentaje (por encima del 8%) sino la tierra. Al ponerte de pie, la rueda trasera patinaba lo que hacía casi imposible avanzar, por lo que la mejor opción era sentarse y tirar de riñón.

Al final logramos llegar a la cima. Juan con unos buenos 20/30 segundos de ventaja. Yo por mi parte llegué totalmente reventado y es que desde el inicio de esta nueva subida mis pulsaciones estaba constantemente por las nubes. Por lo menos pudimos descansar y recuperarnos, mientras que un buen número de compañeros trataban de llegar al avituallamiento. Alguno que otro tuvo que echar pie a tierra para lograr completar la ascensión.

Al final 0:14:54 en la cima. Pero muy cansado.

Tras el breve pero merecido reposo, la organización nos puso nuevamente en marcha por las calles de Mataelpino dirección a Moralzarzal. Rápido descenso hacia la rotonda de la Gamonal para continuar en un rápido último kilómetro dirección al punto de partida.

Entramos como los grandes profesionales por el arco de llegada y dimos por concluida una magnífica marcha.  El año próximo seguro que repetimos.


Gracias a todos.

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